La batalla de los sexos

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Jonathan Dayton y Valerie Faris sorprendieron hace varios años con esa linda película que es "Little Miss Sunshine" pero, más allá de algún intento en el medio (Ruby Sparks), no lograron volver a sorprendernos y generarnos algo similar a lo de aquel film protagonizado por una pequeña y adorable Abigail Breslin.
Con Emma Stone y repitiendo a Steve Carrell (totalmente opuesto al personaje que interpretó en la anterior), esta vez los directores apostaron por el relato más clásico, por un subgénero que tiene reglas tan claras que es difícil correrse y apuntar por algo novedoso. Y eso mismo sucede con “La batalla de los sexos”.
Basada en un caso real, la película muestra a dos personajes diferentes y de diferentes ideologías sobre todo, enfrentados. Pero en realidad la película no es un partido de tenis ni el orgullo de quien se alce como ganador. "La batalla es de los sexos" no sólo porque hay un hombre contra una mujer, sino porque hay un hombre machista y retrógrado por un lado y por el otro a una mujer, feminista si se le quiere agregar, no más que una mujer que busca tener los mismos derechos que un hombre en una carrera que se encarga de diferenciarlos todo el tiempo.
Billy Jean King quiere cobrar como cobra un hombre por jugar al tenis. Cuando obtiene un no como respuesta decide junto a su representante armar su propia liga y de a poco va reclutando un grupo de talentosas mujeres. Empiezan sin dinero pero con muchas ganas y de a poco se van ganando su lugar. Bobby Riggs es un ex campeón del tenis y actual apostador crónico. Entre su incansable cantidad de apuestas, comienza a obsesionarse con la idea de ganarle un partido a Billy Jean y así demostrar que los hombres son mejores que las mujeres en el deporte.
A Billy Jean no le interesa entrar en ese juego ridículo y mediático (Bobby Riggs se caracteriza además por ser un personaje que ama la atención y las cámaras y no teme ni ridiculizarse con tal de lograrlo ni hacer los comentarios más machistas), ella simplemente quiere ser quien es, jugar al tenis que es su gran amor, y poder ser libre también en sus elecciones personales.
Ahí entra en juego el personaje interpretado por Andrea Riseborough, una peluquera de la que se enamora Billy Jean, quien está casada con Larry King y a escondidas comienza a descubrir quién es realmente. “La batalla de los sexos” es una película entretenida pero demasiado correcta. Todo es muy de manual, incluso a la hora de representar los ideales feministas por los que lucha Billy Jean junto a sus chicas. El feminismo está más bien retratado a través de situaciones y líneas de diálogo demasiado comunes, sin una mayor profundidad.
No obstante, si bien estamos ante una historia de hace unas décadas sigue sintiéndose muy actual, porque la mujer sigue luchando por lo mismo y si bien han habido avances aún se está lejos de haberlo conseguido. Emma Stone y Steve Carrell aportan mucho al film con su carisma, tanto juntos como separados.
También vale destacar la presencia de Sarah Silverman, una actriz que a la que muchas veces se la termina comiendo el personaje. Lo suficientemente divertida, curiosa por la historia a tratar especialmente para quienes no la conocen, pero ni novedosa en el tratamiento de su temática y mucho menos en su narración, estamos ante un film que cumple sin pena ni sobresaltos. El estar rodada en 35 mm le brinda además una estética retro que funciona.