Kóblic

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Un eficaz western con identidad e historia argentina

En "Kóblic", Sebastián Borensztein cuenta con actuaciones para el aplauso de Ricardo Darín y Oscar Martínez.

En junio de 1977, "el Polaco" Tomás Kóblic cumplió su última misión desde la zona militar de Aeroparque, en Buenos Aires. Todavía le faltaban unos años para retirarse pero, al decir de sus compañeros de armas y superiores, "flaqueó".

Procurando huir de esa vida, se refugia en el hangar de fumigación de Alberto, un viejo amigo de quien nadie sabe, en un pueblo perdido de la Pampa Húmeda.

Pero la violencia está enquistada en lo más profundo de las entrañas de la sociedad y no hay manera de desterrarla del presente que, además, parece confabulado con los fantasmas del pasado para impedir que el hombre escape a su destino.

Klóblic es un thriller y un policial, pero también un western de la "w" a la "n", que utiliza el contexto histórico de la Argentina de los '70, no para regodearse en las pancartas, sino para encontrar en él a los personajes típicos de un género cinematográfico, cuyas formas narrativas y visuales encontraron espacio en latitudes alejadas del Oeste norteamericano.

Aquí, el protagonista Kóblic se ve llevado por sus circunstancias a un paraje perdido en una geografía casi inhóspita, donde el tiempo parece detenido y los hombres y mujeres, fundidos con el paisaje.

Allí, Verlarde, un comisario violento y corrupto rige con una "ley" sin ley; allí también están los seres honestos, siempre dispuestos a ayudar al forastero; y la dama en apuros a quien rescatar (Inma Cuesta).

Sebastián Borensztein volvió a recurrir a Ricardo Darín, protagonista de su anterior filme, Un cuento chino (2011), para componer a un antihéroe en busca de redención, y una vez más acierta con un intérprete que sabe utilizar el mismo cuerpo y gestualidad para darle entidad única a su criatura.

En la vereda de enfrente y como representación del "destino" y de todo lo que "el Polaco" quiere dejar atrás, está Velarde, un trabajo nada frecuente para el actor Oscar Martínez. Su impecable construcción de personaje merece un párrafo aparte.

Martínez ofrece al observador la imagen y don de un hombre rústico, criado en el campo, desconfiado, acostumbrado a ser peón de alguien más poderoso. Velarde es preso de un condicionamiento personal que, no obstante, no justifica sus malas elecciones.

En el western, donde el paisaje es casi otro personaje, el fotógrafo elegido es fundamental y Rodrigo Pulpeiro (con varios créditos laborales en títulos notables de la filmografía argentina) no modifica, sino que enfatiza con sutileza las luces y sombras de la paleta a mano.

Un efecto similar produce la música de Federico Jusid (hijo del cineasta Juan José Jusid y la actriz Luisina Brando, compositor de música contemporánea y autor de la banda de El secreto de sus ojos) que da aplomo a un cuento que vale adoptar sin prejuicios que empañen su esencia como obra de arte.