Joy: el nombre del éxito

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

¿ALEGRÍA?

Joy, es una invitación al sueño, pero no al que idealmente se suele recurrir para el descanso o para la grata sensación de planificar el futuro, sino más bien para el sueño que provoca el aburrimiento, ese tedioso sentimiento que, por ejemplo, estimula a la distracción del espectador haciendo resaltar ciertos comportamientos de otros seres que momentáneamente comparten la misma condición dentro de la sala oscura. Y es justamente ahí cuando se comienza a sentir el primer ronquido para luego dar paso a la brillante luz de alguna pantalla electrónica, o el ringtone de un celular sin silenciar, etc. La atención se va lejos del filme porque éste no produce nada más que cansancio. Ahora pregunto, ¿es necesario seguir haciendo películas que hablen del sueño americano trunco basado en el mágico golpe de suerte? Lamentablemente parece que si.

Joy (Jennifer Lawrence) es una joven muchacha a la que su abuela le implantó ideas utópicas, las cuales la pequeña se creyó y forjó una vida llena de… “fracasos”. ¿No se dio cuenta que la cosa no iba cuando después de tener dos hijos, divorciarse de su esposo (un bohemio cantante venezolano) y tener una madre inserviblemente deprimida encallada frente al televisor, que el dinero no incrementaba, sino más bien decrecía? Claro que no, porque la revelación, vendrá luego de que su abuela parta al otro mundo. La abuela se fue y con ella sus ideas.

Más allá de todo este carnaval dantesco, Joy es una película que intenta mostrar a una familia disfuncional quienes a toda costa se empeñan en convencer a la protagonista lo equivocada que está. Pero ella es la líder de la manada y seguirá adelante por sobre sus cadáveres (y sus ahorros). Porque es la nueva mujer de papá quien pondrá en juego parte de su fortuna heredada a merced de la confianza (obligada) hacía su hijastra. Una telenovela brasilera se queda corta al lado de este filme al que sólo le falta el golpe bajo melodramático para pasar a formar parte del creciente cúmulo de productos audiovisuales fabricados especialmente para rellenar los espacios muertos de los canales de la tv de aire.

Sin logros visuales y con un uso confuso del flashback, Joy, deja mucho que desear. Historia trillada, personajes arquetípicos y la infaltable mano de obra inmigrante que colabora para dar el punto final al manual de cómo hacer quedar a los norteamericanos como los “los buenos de la película”. Con un guión repleto de lugares comunes que cada tanto cae en la moralina.

Los tres puntos son para los técnicos que habrán pasado semanas sin dormir por culpa de esta “sublime idea” o revelación artística de quien seguramente su propia abuela haya sugerido. Una lástima todo el esfuerzo para tan pobres resultados.

Por Paula Caffaro
@paula_caffaro