Joy: el nombre del éxito

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

Finalmente, Joy, quedó bastante lejos de ser una favorita de los miembros de la Academia de Hollywood, apenas una nominación para Jennifer Lawrence que deja el arco y la flecha para convertirse en la múltiple inventora, Joy Mangano.
David O. Russell creador del personaje protagónico no intentó hacer una biografía autorizada ni mucho menos, por eso, no aparece en ningún momento el apellido familiar.
Ya conocemos su cine frenético y el impacto que dejó con "Escándalo Americano", similar estilo utilizó para esta producción. Para el caso, se basó en la novela de la actriz y guionista Annie Mumolo aunque parece que sólo lo que quedó de esta novela es el espíritu emprendedor y su primer gran milagro, el lampaso con cabezal automático para no arruinarse
las manos siendo una ama de casa siempre impecable.
Para mí, es el cuento de la Cenicienta reinventado, con varias mujeres fuertes, la madre de Joy (Virginia Madsen), separada del padre (Robert De Niro), que vive en el sótano y una media hermana, Peggy, que también es un invento de la mente de Russell. Peggy representa en sí muchas de las trabas y el desamor que significa no ser la favorita de papá y al mismo tiempo solucionar los problemas de millones de mujeres.
Me olvidaba de un personaje sumamente importante que es la abuela de Joy, la que hace que ella se tenga confianza, un poco como el hada madrina de la historia.
De pequeña, Joy tendrá su mundo ideal en el que proyectará su futuro; es un mundo de papel. La realidad es que el mundo es cruel y le hará bastante difícil el camino.
Esta historia, en la vida real hizo su explosión en los años 90 y es muy interesante la manera en la que está recreado ese mundo, a través de la tele, de la que no se despega la madre de Joy y de una novela, que parece ser "Days of our lives", algo así como la "Dulce Amor" norteamericana. También habrá un recuerdo a la policía de la moda de la alfombra roja y su creadora, Joan Rivers, seguro que si estuviera viva, hubiera hecho un singular cameo.
Neil Walker (Bradley Cooper) aparece como un personaje ambiguo, el productor que la hace entrar en los novedosos canales de teve comprás. En su relación con Joy, es una amigo, al mismo tiempo un adversario comercial y también un seductor. Joy, al igual que su madre está separada de su marido, que es un bohemio cantante al que el papá de Joy rechaza pero que ella tampoco echa de su vida fácilmente y también ocupa el sótano.
Quizá, si el guión fuera más coherente y no tubiera tantas digresiones, el producto hubiera funcionado como el trapeador maravilla; sin embargo, es una
peli que homenajea a las mujeres que se metieron en un mundo de negocios, colmado de hombres y se hicieron lugar llegando a sobrepasar sus límites en todo sentido y que tiene todo su brillo en los actores que encarnan encantadoramente a los personajes.
Es posible que Jennifer vuelva a ganar un Oscar, como ya ganó el Globo de Oro, esperamos que esta vez no tropiece ni dentro ni fuera del escenario, como es su costumbre.