Jersey Boys: Persiguiendo la música

Crítica de Alan Echeverría - Cinéfilo Club

Talentosos muchachos

Clint Eastwood vuelve al ruedo tras J. Edgar, en 2011, esta vez con un drama-biográfico-musical. El director de 84 años, tras haber incursionado en varios géneros con la misma firmeza con la que supo disparar rifles como protagonista en tantas historias, se aboca aquí, en Jersey Boys, al mundo de la música. Para ello emplea su particular y discreto estilo, ese que lo distingue como un gran narrador. En su nueva obra, por cierto perfectamente ambientada, nos trae al recuerdo, casi de manera inevitable, a Goodfellas. Esto es, por ese vecindario en el que “la tanada” se hace sentir, el ghetto y los vínculos con la mafia de sus personajes, entre otras cosas. Aunque, claro está, sin los excesos propios de aquella pieza maestra de Scorsese.
Jersey Boys nos cuenta la vida de Frankie Valli (John Lloyd Young), vocalista del conjunto ‘The Four Seasons’, con todas las polémicas y sucesos que le tocó atravesar en su camino artístico. Se le suma, la relación que siempre mantuvo con bandos mafiosos, algo que a mediano o largo plazo suele traer problemas.
Eastwood se vale de su experiencia y de sus conocimientos en materia cinematográfica para sumergirnos en una historia de buen pulso narrativo. Nuestros personajes le hablan a la cámara, nos detallan lo que acontece. El recurso a la voz en off suena bien, y cuando eso pasa se torna contagioso para el público, actúa como un elemento motivador e incitante para adentrarlo aún más en los acontecimientos. Es un condimento que, cuando se sabe utilizar, funciona como una suerte de plus para el observador.
Destacable resulta la tarea de los protagonistas. Vincent Piazza es probablemente una de las figuras que mejor influye en el relato. Su presencia como Tommy DeVito le infunde el costado de picardía, desenfreno y a la vez peligrosidad de acuerdo al rumbo del cuarteto. Sus muecas de disgusto, su rebeldía y sus formas sirven como el factor que le imprime tensión al asunto. John Lloyd Young cumple más que aceptablemente y brilla cuando le toca sacar a relucir ese tono de voz tan agudo y diferente en los momentos musicales que, dicho sea al paso, están muy bien construidos. Con acotadas pero interesantes y apreciables apariciones, contamos con un Christopher Walken al que le sienta bien el traje de gángster.
La proyección ahonda tanto en los códigos como en los riesgos que se pueden correr ante la ceguedad de enfocarse únicamente en una carrera que, si bien puede ser muy redituable, demanda tiempo, giras y eleva el ego hacia picos montañosos. Es igual de atinado expresar que el film pierde un poco de enlace cuando se mete en lo dramático pasados tres cuartos de su extenso metraje como remarcar que gana fuerza y empatía con las participaciones de Vincent Piazza.
Jersey Boys vale la pena, como casi todo lo que ha tocado y concebido impecablemente Clint Eastwood.

LO MEJOR: los momentos musicales. El modo de narrar la historia. Las actuaciones. La puesta en escena.
LO PEOR: intenta intensificar el drama más de lo necesario. Se hace algo larga hacia el último tramo.
PUNTAJE: 7,8