Jason Bourne

Crítica de Mariano Ojeda - Otros Cines

El último gran héroe

Con los regresos de Matt Damon en el papel protagónico y de Paul Greengrass en la dirección, la quinta entrega de la saga recupera -tras la fallida cuarta parte rodada en 2012 por Tony Gilroy con Jeremy Renner- la fórmula que la llevó al éxito: un actor convincente y un realizador con oficio que apuesta al vértigo, el suspenso y la tensión. Aunque el guión por momentos resulta bastante elemental, la propuesta es tan básica como eficaz: acción en estado puro.

Jason Bourne es la tercera colaboración entre el director inglés y Matt Damon luego de rechazar la propuesta en 2011 por diferencias entre Greengrass y Universal. De allí nace el proyecto de El legado Bourne, protagonizada por Jeremy Renner y escrita y filmada por Tony Gilroy. Pero, claro, en una era donde las reboots y las secuelas son la regla, era imposible que Bourne no regresara dado el impecable trabajo realizado en las últimas dos películas que habían hecho juntos Greengrass y Damon. En ellas existía un equilibrio entre la historia y la acción, algo que no sucede en esta nueva entrega, donde la trama principal se siente bastante forzada. De todas maneras, se trata de una digna vuleta del último gran héroe de acción de Hollywood.

Con la intención de recuperar su pasado, Jason Bourne descubrió que había sido reclutado por la CIA para modificar el comportamiento humano y convertirlo en un asesino profesional; frío, calculador y sin sentimientos. Luego de exponer al departamento de la CIA como responsable de su amnesia y recobrar su verdadero nombre -David Webb-, el personaje de Matt Damon decide, luego de tres películas, esconderse en el anonimato. Pero siempre hay cosas que valen la pena: cruzar todo el mundo, romper autos, demoler edificios y engañar a los hackers más eficientes del planeta.

Jason Bourne comienza en Reikiavik, Islandia, cuando Nicky Parsons (Julia Stiles), una ex agente del gobierno que ya estuvo conectada con el protagonista, hackeó los archivos de operaciones secretas de la CIA para exponer todo lo que podía encontrar, incluyendo el proyecto Treadstone, al que Bourne pertenecía. Heather Lee (Alicia Vikander), analista de la CIA, es la encargada de neutralizar esta intromisión. Al no poder evitar el robo de los datos, introduce un virus de rastreo y le informa lo sucedido a su jefe, el director Dewey (Tommy Lee Jones). La joven, no conforme con su accionar, se obsesiona con Parsons y Bourne, y queda a cargo de la captura de los dos, vivos o muertos.

Luego de sobrevivir a una intensa persecución en medio de una protesta social en Atenas, Bourne decide descubrir aún más sobre su pasado, esta vez relacionado a la identidad de su padre, Richard Webb, que hasta aquí nunca había sido mencionado. Como no podía ser de otra manera, el parco Dewey da aviso a un agente activo con las mismas habilidades de Bourne para que se sume a la cacería. Interpretado por el siempre correcto Vincent Cassel, el gran poder narrativo que posee Greengrass entra en acción.

Hasta aquí, todos los elementos del éxito que significó la saga se repiten: un nuevo secreto es revelado, el personaje de Matt Damon decide investigar a partir de aquella pista, un jefe de la CIA patriota y amargado, y un agente activo en persecución. Pero eso no es todo. El gerente de una empresa de aplicaciones móviles, Aaron Kalloor (Riz Ahmed), está a punto de develar un nuevo software que le permitirá tener acceso a todos los datos privados de millones de usuarios alrededor del mundo. Dewey, interesado en los beneficios de esta aplicación para su agencia, decide apoderarse de la misma.

Como bien se mencionó antes el argumento es una simple excusa para llevar a cabo esta nueva secuela, luego de la fallida e innecesaria El legado Bourne. En esta oportunidad, a Treadstone, Blackbriar y Outcome, se suma Ironhand, la nueva operación que Bourne debe desmantelar.

Sí, en algunos pocos momentos se siente como una película que forma parte de la larga lista de secuelas realizadas sólo para vender entradas y exprimir la franquicia lo más que se pueda, pero finalmente no es el caso. Luego de la recomendable Capitán Phillips (2013), Greengrass decide reunirse con Matt Damon para realizar esta obra cinematográfica que repite una fórmula exitosa, plausible, pero con un estilo más salvaje, inquieto y, como siempre, con sesgo documentalista que caracteriza al director de Vuelo 93 (2007). Esta vez sin Tony Gilroy como guionista, la película se siente un poco desbalanceada. Cabe recordar que las mejores películas de la franquicia fueron con Greengrass en la dirección y Gilroy en la escritura. En este caso, los personajes se vuelven esquivos al espectador, todo el tiempo involucrados en alguna persecución, investigación o elucubrando algún plan para vencer al enemigo. Es este punto es donde la película flaquea en mayor medida. Pese a la falta de acercamiento y profundización de los personajes, Tommy Lee Jones, Vincent Cassel y, en menor medida, Riz Ahmed, logran buenos trabajos en su paso por la saga, sobre todo en el caso del actor francés de El cisne negro (2010).

Alicia Vikander también es una de las caras nuevas del universo de Bourne. Excelente en su interpretción, la actriz de Ex Machina (2015) reafirma por qué es una de las más solicitadas de Hollywood en la actualidad. Su personaje, Heather Lee, es tan indescifrable como hermosa y nunca se logra identificar la naturaleza de sus acciones. Las últimas escenas de la película la convierten en la gran protagonista.

Imposible no mencionar el trabajo de Christopher Rouse, fiel editor de Greengrass y quien mejor entiende la dinámica del cineasta inglés. Las escenas en la plaza Syntagma de Atenas o la persecución en Las Vegas tienen un nivel de detalle y velocidad que deslumbrará a los espectadores. Bueno, no sé si a todos, conmigo lo logró. Tan delirantes como realistas, la cantidad de cortes y empalmes sorprenden al ver el resultado. Además, Rouse oficia de guionista, por lo cual explica un poco el nivel de precisión al montar el corte final.

Sin dudas, el tándem actor-director marcó un punto de quiebre en la estética y la narración del cine de acción de Hollywood, gracias a la puesta en escena y el trabajo con el sonido que caracteriza a la saga. La desenfrenada dirección de Greengrass y el personaje de Matt Damon quedarán por siempre en la memoria de todos. Un "legado" que difícilmente pueda retomar otro actor o replicar otro realizador. Por eso, y pese a la merma de calidad en cuanto al argumento, Jason Bourne sigue siendo una gran elección para disfrutar en las salas, sobre todo en aquellas donde el sonido hace vibrar y saltar de la butaca.