Jack Reacher: Sin regreso

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Demasiadas mujeres para un solo héroe

Era evidente desde la primera escena de la primera película (estrenada en 2012) que el personaje de Jack Reacher tenía materia más que suficiente para convertirse en una leyenda. Interpretado por Tom Cruise, uno de los mejores actores de acción de los últimos 25 años, el producto parecía destinado a emular el éxito de la saga de Misión Imposible.

El hombre sin raíces, oficial retirado del ejército por problemas de conducta, individualista extremo, que aparece cuándo y cómo quiere para poner las cosas en orden, exhibe todas las características del héroe ideal norteamericano: el justiciero. Mejor dicho: la justicia encarnada, casi divina en su voluntad de imponerse sobre las instituciones, las autoridades y los procesos legales. Un destilado de ideología pura, pero tremendamente eficaz para los relatos populares que la primera potencia del mundo se cuenta a sí misma todas la veces que sea posible.

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Por ese motivo, que esta segunda entrega esté varios escalones debajo de la primera y que haya sido descuartizada por la crítica, no impide suponer que habrá una o varias más. El potencial está intacto. Además, ya lleva recaudados más de 110 millones de dólares, casi el doble de lo que costó, un excelente negocio. Todo depende del propio Cruise, productor y protagonista.

La decepción que genera Jack Reacher 2: sin regreso se debe en gran medida a lo buena que era la anterior. Pero sobre todo porque exhibe varios síntomas de mala conciencia en su intento de sumarse a la actual tendencia de Hollywood de incluir mujeres fuertes en cualquier guion imaginable.

Lo que es positivo en términos de igualdad de género no necesariamente lo es en términos cinematográficos. Para decirlo de la forma más brutal posible: las dos mujeres (una mayor del ejército en problemas y una supuesta hija de Reacher) tienden a dispersar la acción.

La culpa no es de ellas sino de los guionistas. En vez de integrarlas a la historia, quisieron reivindicar, con más énfasis que inteligencia, una idea bastante convencional de mujer emancipada. No deja de ser irónico, porque si realmente creyeran en la igualdad de género no podrían ni siquiera plantearse un personaje como el de Jack Reacher.