Inseparables

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Hay que ayudar para ayudarse, nos dice esta amable comedia

Este nuevo trabajo de Marcos Carnevale, remake de una comedia francesa, no sólo logra alcanzar sus módicas metas; también mejora al producto original con algunos pincelazos bien puestos. En los papeles, la cita no prometía demasiado: revisión casi inexplicable de una historia reciente, medio lastimosa y medio manipuladora, que pasó inadvertida. Y detrás de las cámaras un director de olfato, pero con frecuentes caídas en el sentimentalismo, la cursilería y el énfasis emocional. El guión respeta puntualmente el trazado del original francés, “Amigos intocables”, que cuenta la historia (dicen que es real) de un millonario tetrapléjico y su bizarro asistente terapéutico. Tito (de la Serna), es un muchacho con pasado borroso, ratero y malhablado. Y Felipe, harto de acompañantes melosos y compasivos, es el millonario que lo contrata como asistente. Y el cine una vez más logrará que dos opuesto se junten y se quieran.

La cosa funciona no sólo por una puesta en escena contenida y cuidadosa, sino y sobre todo por una magnífica dupla actoral. De la Serna está soberbio y Martínez, más acotado su registro por las limitaciones de su personaje, deja que su rostro nos vaya contando lo que siente

Canevale sin duda ha ido mejorando su herramienta. Desde sus trabajos más cursis (Elsa y Fred, Tocar el cielo) su cine ha ido evolucionando. “La parte del león” y “Las viudas” ya había mostrado que en lugar de lágrimas su cine se le atrevía al humor y a las comedias románticas historias más difíciles. Y aquí adaptó bien una comedia manipuladora, incluso al darle más letra al asistente nos deja asomarnos a una realidad local que está bien retratada. No hay demasiados golpes de efecto y hay humor. Pero la cosa funciona no sólo por una puesta en escena contenida y cuidadosa, sino y sobre todo por una magnífica dupla actoral. Rodrigo de la Serna está soberbio y Oscar Martínez, más acotado su registro por las limitaciones de su personaje, deja que su rostro nos vaya contando lo que siente. Sus presencias sostienen un guión que siempre está a punto de desbarrancarse, que muchas veces adopta un falso clima exultante y que incluso fuerza demasiado los contrastes de sus personajes. No importan algunos subrayados, ellos defienden este cuento de una relación amistosa que parecía imposible y que nos viene a recordar que los vínculos humanos suelen transitar caminos imprevisibles.