Inmortal

Crítica de Cecilia Sanchez - La Voz del Interior

Metamorfosis con moral

Inmortal es el nuevo thriller de acción escrito por los hermanos Pastor con papeles estelares de Ben Kingsley y de Ryan Reynolds.

Damian Hale (Ben Kingsley) es un poderoso e inescrupuloso multimillonario neoyorquino que cuando se descubre con una enfermedad terminal, decide recurrir a la ciencia para someterse a un cambio de cuerpo que le prolongue la existencia. Con esa idea comienza Inmortal, un thriller de ciencia ficción pergeñado por los hermanos Pastor, que en breve dejará su esencia fantástica para virar a un filme de acción clásico en manos del actor Ryan Reynolds, el atractivo y joven envase en el cual se deposita la conciencia del empresario.

Una vez trasplantado en un laboratorio clandestino, Damian se dedica a disfrutar de la vida que le permiten su nuevo organismo y la prosperidad económica heredada de su trabajo anterior: su agenda se nutre entonces de fiestas, diversión y mujeres. Pero eventualmente se dará cuenta de que no todo es tan fácil. La mutación en búsqueda de la juventud eterna tiene efectos secundarios: el protagonista comienza a recordar el pasado de su portador y, desatendiendo a los consejos médicos, decide averiguar de dónde viene el cuerpo que compró.

Ese es el eje de la trama central de la película, un juego del gato y el ratón en el que Reynolds, asiduo del género, luce su capacidad para encabezar este tipo de filmes en que las persecuciones y las peleas cuerpo a cuerpo constituyen la materia prima esencial. De todas maneras, por momentos es trabajoso seguir la lógica de ese personaje habitado por dos conciencias, que piensa como uno pero actúa como otro según la ocasión lo amerite. Si hay que razonar, prevalece la nueva psiquis, pero si hay que luchar, entonces el cuerpo responde como el que fue antes. Confuso.

Inmortal prometía. Podría haber explorado aún más el dilema moral sobre la consecución de un fin a cualquier costo, o delirar sobre la deontología científica de temáticas que atañerán a la humanidad en el corto plazo. Sin embargo, opta por ser políticamente correcta. Así, se termina convirtiendo en una película convencional de acción sin muchas pretensiones, aunque efectiva, que explota los lugares comunes del género y juega la carta de la "redención" para brevemente reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte.