In-actividad paranormal

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Marlon Wayans encontró una veta parodiando películas. El problema es que repite gags hasta el hartazgo. Y harta.

El negocio es redondo: primero hacemos las franquicias, y después hacemos las parodias de las franquicias, que a su vez se convierten en franquicias. Hay parte 1, parte 2, parte 3 y así hasta que el limón no da más jugo, y entonces empieza la parte 1, parte 2 y parte 3 de la parodia. El pillín que está aprovechando esta veta a más no poder es Marlon Wayans, una especie de Will Smith clase B. Primero, junto a su hermano Shawn, escribió las dos primeras entregas de Una película de miedo-dirigidas por un tercer hermano, Kennen Ivory Wayans-, versión humorística de Scream y otras del género. Y ahora escribió -esta vez con Rick Alvarez- y también protagonizó las dos primeras de In-actividad paranormal, burla de, claro está, Actividad paranormal. El problema de todo esto está en el origen: si la materia prima a tomar en broma no es demasiado buena que digamos, ¿qué se puede esperar de la parodia?

No seamos tan duros: hay algún que otro chiste que puede llegar a hacernos esbozar algo parecido a una sonrisa. Como los comentarios racialmente incorrectos acerca de negros, mexicanos y blancos. El tema es que Wayans se entusiasmó tanto con esta línea que la repite hasta el hartazgo. En realidad, la repetición es un recurso que utiliza para casi todos los gags. Algo así como humor por cansancio: si no te reíste la primera vez, por ahí te logre causarte gracia en la segunda o la tercera.

Así, hay continuamente bromas sexualmente explícitas, que sólo podrían divertir a algún que otro adolescente borracho. Como las secuencias en las que Wayans tiene sexo con una de esas muñecas siniestras típicas de las películas de terror. O los chistes de doble sentido: él está hablando de una caja, pero parece que estuviera refiriéndose a la vagina de su hijastra. Desopilante.

Otra veta hiperexplotada es la del enmascarado siniestro al que le sale todo mal. Es puro humor físico, y una vez es efectivo, pero termina cansando. O la de los poseídos onda Linda Blair: ¿cuántas veces se puede parodiar a El exorcista? En fin. Wayans tiene algo lejanamente parecido al carisma y la simpatía de Will Smith, pero está tan pasado de revoluciones, sin parar de vociferar ni un minuto, que se vuelve insoportable. Quizá, si se calmara un poco...