Hombres de negro 3

Crítica de María Victoria Vázquez - El Espectador Avezado

Diez años después de la anterior entrega de la saga, vuelve la división de agentes secretos más extraña de la ficción: los encargados de mantener en orden las relaciones con los alienígenas que viven en la Tierra (y sus parientes lejanos) sin que el resto de los humanos se den cuenta de la peculiar convivencia.

En esta oportunidad, la tercera aventura, un boglodita que fuera encarcelado por el agente K (un muy arrugado Tommy Lee Jones) logra escapar, y viaja en el tiempo para cambiar su destino, y así el de toda su civilización. Para evitar las consecuencias de esta alteración histórica, el agente J (Will Smith), el único que se da cuenta de lo que sucede, lo perseguirá, en uno de los mejores viajes en el tiempo que haya visto.
Los guionistas elegieron un año peculiar y bastante colorido para situar la acción en el pasado: el agente J debe viajar al 15 de julio de 1969, un día antes del lanzamiento del Apollo 11, y esta fecha no es accidental, sino que justamente ese cohete será el vehículo para poder instalar el escudo protector de la Tierra contra posibles invasiones extraterretres (es que no todos son amigos, ¿se acuerdan?). Lo difícil será lograrlo, considerando que el enemigo se duplicó: ya no sólo hay que luchar contra su versión en esa época, sino con la más actual,que está por llegar. Digamos que innovó Barry Sonnefeld pero tampoco tampoco tanto.
Al margen de las razones lógicas para la elección de la fecha, no se puede negar que los '60 siempre son interesantes para mostrar, y los guionistas lo saben. Referencias a las complicaciones raciales, un Andy Warhol muy particular, y un giro en la misma historia del béisbol confluyen para darle a este capítulo un aire distinto.
En cuanto a los actores, se destaca Josh Brolin como el joven agente K, siempre rígido y estricto, pero aún no tan parco y reservado como su futuro ser. También aparece Emma Thompson como la agente O, actual directora de la agencia. Lo destacable de Thompson es la capacidad que tiene para hacer cualquier tipo de papel, desde dramas a comedias, películas menores y masivas, todo con la misma calidad y altura.
Dirigida como las dos anteriores por Barry Sonnenfeld, y producida por Steven Spielberg, hay una suerte de vuelta a la idea de la primera película. Con las habituales referencias a los famosos que en realidad no son terráqueos (esta vez le toca a Mick Jagger, por ejemplo), ésta es una versión un poco menos escatológica, y por cierto mucho menos babosa que sus precedentes, pero igual de entretenida.