Hitman: Agente 47

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Una máquina de matar filmada en cámara lenta

Otro intento de Hollywood por trasladar a la pantalla grande el famoso videojuego después de la fallida versión de 2007. La nueva producción tiene vértigo, acción pero vueltas de tuerca que le juegan en contra.

El director polaco Aleksander Bach es ahora el encargado de llevar a la pantalla el famoso videojuego con un reparto encabezado por Rupert Friend, Zachary Quinto, Hannah Ware y Ciarán Hinds. Este es el segundo intento de Hollywood por revivir a Hitman: Agente 47 luego de la fallida versión de 2007, que encabezara Timothy Olyphant.

Un asesino de élite genéticamente diseñado -encarnado por Rupert Friend- se transforma en una máquina de matar capaz de no sentir dolor, disparar con precisión y ubicar a sus blancos con facilidad. Su inminente objetivo es una mega corporación que planea descubrir el secreto sobre el pasado del agente, pero las cosas cambian cuando en su camino se cruza una mujer que esconde información valiosa.

El film, que ostenta una factura técnica que remite a las producciones del especialista del género Luc Besson, retoma el tema de la mujer frágil perseguida sin descanso por el despiadado asesino que tiene un código de barras en su cuello que lo identifica como la concreción de una larga serie de experimentos.

Hasta la mitad de la película la acción es vertginosa, las persecuciones en auto y las peleas en el subte muestran un sólido manejo de los recursos técnicos, acompañadas por tiroteos y la marcha del protagonista que se filma siempre en "cámara lenta". Luego la acción, que se traslada a escenarios más exóticos como Singapur, deja al descubierto las verdaderas facetas de cada uno de los personajes y las vueltas de tuerca que tiene el relato, terminan jugándole en contra, al igual que el desconcertante desenlace.

Las apariencias engañosas que ofrecen los personajes -Zachary Quinto, de la saga Strar Trek- recuerdan a los films de Terminator y la escena en la estación de policía es la que mejor funciona dentro de una película orquestada de manera estridente por el compositor Marco Beltrami. El film, una mezcla de acción y ciencia-ficción, promete al comienzo pero va perdiendo puntos a medida que su trama avanza y deja atrás la adrenalina.