La amante

Crítica de María Bertoni - Espectadores

A los admiradores de Luc y Jean-Pierre Dardenne les interesará saber que Les Films du Fleuve coprodujo Hedi, debut del tunisino Mohamed Ben Attia que el próximo jueves desembarcará en la cartelera porteña con el título de La amante. De hecho, esta porción de público reconocerá el sello cinematográfico de los hermanos belgas en la crónica de los últimos días de soltero que transita el joven de 25 años cuyo nombre inspiró el título original del largo ganador de dos premios, a la mejor ópera prima y al mejor actor protagónico, en el 66º Festival de Berlín.

El novio protagonista deambula con resignación por la vida que su progenitora diseñó sin consultarlo y con precisión milimétrica. Los espectadores lo conocemos justo cuando, por motivos laborales, debe desviarse momentáneamente del programa impuesto. Ben Attia nos invita a evaluar la envergadura de la impasse que se abre en ese momento y que pone en riesgo los planes maternos.

Allá en el fondo se proyecta la sombra de la llamada ‘Primavera árabe’ que floreció años atrás y ahora parece marchitarse en Túnez. La mención nostálgica de una última concentración popular antes de la vuelta a la normalidad (o a lo que–se supone– es la normalidad) basta para recordar la suerte histórica que corrió aquel movimiento con pretensiones revolucionarias. Acaso Hedi transite un camino similar en el marco de su vida privada.

El título en castellano traslada a la mujer causante de ese amague de insurrección personal el protagonismo exclusivo que el título original le acuerda al personaje principal. Seguro fundada en motivos comerciales, la elección de los distribuidores adelanta el alcance (y los límites) de la liberación que describe Ben Attia.

Qué hacemos con lo que nuestra familia, la escuela, la sociedad hicieron de nosotros parece el leitmotiv de esta crónica de un amague de emancipación individual, reflejo de cierto devenir nacional. Al estilo de los Dardenne, Ben Attia narra una historia potente mientras sigue de cerca al joven que Majd Mastoura compone con lucidez y sensibilidad.