Guerra Mundial Z

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Interesante propuesta que apunta a la taquilla

Guerra mundial Z recrea la novela homónima de Max Brooks, editada en 2006. Max es hijo del director Mel Brooks y de la actriz Anne Bancroft. Pero el resultado es un refrito de varios filmes que abordaron, desde ángulos propios, temas similares.
Se pueden citar Epidemia (1995), de Wolfgang Petersen; Contagio (2011), de Steven Soderberg; y La noche de los muertos vivientes (1968), de George A. Romero. También es posible encuadrarla en los subgéneros zombie (la "Z" del título alude a ese término) y cine catástrofe.
El protagonista es Gerry Lane, interpretado de manera eficiente por un Brad Pitt muy motivado y de casi permanente presencia en la pantalla, no sólo por el perfil de su personaje, sino también porque es uno de los coproductores del filme, a través de su empresa Plan B.
Gerry es un experto en catástrofes que trabajó para las Naciones Unidas, pero renunció al cargo para estar más tiempo con su esposa Karin, de origen británico, y sus hijas Rachel y Connie.
Cuando emprende un viaje de descanso con su familia, se desata la catástrofe: el masivo ataque a transeúntes por zombies agresivos, que buscan desesperadamente morder a las personas. Los atacados tardan aproximadamente doce minutos en convertirse en otros zombies.
Cabe señalar que estos zombies difieren de los "muertos vivientes" de la película de Romero y que esta catástrofe no es patrimonio de Estados Unidos, sino que se está extendiendo a todo el mundo, arrasando pueblos y amenazando adquirir dimensiones apocalípticas.
Como ocurría en Contagio , también en este filme la Organización Mundial de la Salud se propone encontrar a la "víctima cero" para poder crear una vacuna o algo similar, que sirva para frenar la pandemia.
Gerry es convocado por Speke, funcionario de la OMS, para colaborar en esa tarea, lo que lo lleva, en una carrera contrarreloj, a Corea del Sur, Jerusalén y Rusia. En ese itinerario, cargado de peligros, es testigo de histerias colectivas y la transformación de las personas en zombies.
Los autores sugieren que la monstruosidad ya no es una cuestión de alteridad mitológica, sino que puede formar parte de nuestra realidad cotidiana. Y pretenden advertir, como ocurría en Contagio , sobre los riesgos a los que está expuesta la humanidad por causa de los desequilibrios ecológicos, el deterioro de las condiciones de vida y la eventual aparición de nuevas epidemias.
Gerry no es un héroe en el sentido de la imaginería hollywoodense. Su heroicidad pasa por otros andariveles, aunque en su labor también se juega la vida. La película se propone, además, rescatar el "valor familia", y esto es positivo.
Un aire de realismo documental y un ritmo vertiginoso campean en muchas de las secuencias, en particular en la primera parte de la película. Pero todo eso no evita que sucumba a las leyes del gran espectáculo.
Guerra mundial Z es en este sentido un típico blockbuster que apunta directamente a la taquilla.
Y como viene ocurriendo en las últimas superproducciones del cine de Hollywood, también en este caso los autores ponen las imágenes digitalizadas al servicio del espectáculo fílmico.
A pesar de algunos errores de continuidad narrativa, producto de marchas y contramarchas durante el rodaje, Guerra mundial Z es, por las razones apuntadas y sus posibles lecturas adicionales, un filme que se puede recomendar.