Godzilla

Crítica de Shaoran Nox - La Cinerata

Godzilla o Gojira es, en su traducción más literal, Dios Kaiju, o Dios Monstruo. Para los japoneses, más que una leyenda de un monstruo, es, como la mayoría de sus mitos, un ser que va más allá de la destrucción. Es cierto que, como humanos, somos de las especies más frágiles del mundo. Y ante nuestra inconsciencia, nosotros mismos nos estamos destruyendo, sea directa o indirectamente. Y es por la contaminación radiactiva, que creamos a dos monstruos que ahora se buscan el uno al otro después de años hibernando, para reproducirse. Ante tal desbalance del mundo, el Dios Gojira despierta de las profundidades para reestablecer el equilibrio natural.

Si algo admiramos de los efectos actuales, es que bestias, naturales o mecánicas, parecen más naturales ante las cámaras. Lo malo, es que hasta la fecha, ningún director (salvo Guillermo del Toro), se ha dado a la tarea de enfocar en primer plano el conflicto bestia-bestia. Y no solo nos referimos a poner la batalla en primer plano, sino en darle el lugar que les corresponde a estos impresionantes diseños de la imaginación humana. Acá, la trama no versa sobre los monstruos destruyendo todas las ciudades por las que pasa, sino que es la historia de un hijo que busca regresar a casa con su familia, y de un padre, que busca desesperadamente revelar el secreto por el que su mujer murió.

Hay que reconocer que, comparado con la versión de aquel lejano año 1998 de Roland Emmerich, mejora tanto en diseño del monstruo, como en acción y trama. Lo malo, es que sigue careciendo de esa magia de las legendarias películas japonesas de los años 50 y sobre todo, sigue dejando ese pequeño mensaje que irónicamente ataca en el filme: El ser humano se cree el centro del universo