Fulboy

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

“Martín Fariña es un tipo conflictivo y quiere generar conflicto entre nosotros”. El realizador de “Fulboy” (quien co dirigió junto a Marco Berger, “Taekwondo”) intenta plasmar, del modo más realista que encuentra, la intimidad de un equipo de fútbol. Por eso no teme, además de entrar en la intimidad de los dormitorios y las duchas, filmarlos discutiendo sobre los que ellos creen en un momento que él quiere hacer con este documental. Discuten y plasman sus diferentes versiones de retratar lo real. Lo real debería ser todo, sin recortes, resalta uno de ellos, como si uno pudiera rodar un documental que durara tanto como la vida misma.
¿Cómo se retrata entonces la intimidad? Fariña lo hace a través de detalles, del cuerpo, de largas conversaciones –entre ellos o hablándole directamente a la cámara, a su director o al futuro espectador-, alejándose de un típico documental sobre el fútbol o uno de los equipos. Se retrata a estos jóvenes como personas que trabajan jugando al fútbol pero también tienen familia, amigos y luchan por hacerse un lugar con la ayuda de representantes y contratos que los convenza.
Con una alta carga de homoerotismo –Fariña los muestra constantemente en relación a sus cuerpos-, parecería que el fin principal que tiene su realizador es el de humanizarlos, mostrar que son como cualquier trabajador (incluso compara este trabajo con el de un obrero). El problema es que en algunos momentos en que se pone a filosofar, o los deja filosofar a ellos, sobre por ejemplo “los prejuicios de los prejuicios”, el film se deja de percibir realista, se le nota la manipulación y pierde la sensación de honestidad, que recupera en el registro de las escenas más cotidianas.
No es una película hecha para el fanático de fútbol, salvo que en él haya un interés más profundo. Fariña, que es hermano de uno de los jugadores del equipo, no registra casi las concentraciones ni los partidos, se queda encerrado en lo que pasa antes o después, en esos momentos de distracción o preparación, y no mucho más.
“Fulboy” es entonces un documental intimista, sobre un grupo de jóvenes entregados por completo a su profesión de futbol, pero no termina de ahondar más que de un modo superficial en sus vidas, prefiriendo hacer hincapié en la intimidad que hay entre ellos. Es así que lo corporal, la relación que ellos tienen entre ellos y con ellos mismo, con su propio cuerpo, es lo principal. Los planos cortos no sólo retratan piernas, bultos, ellos duchándose, recibiendo masajes o nadando, sino también cicatrices, raspones, tatuajes.
Homoerótico e intimista en dosis iguales, “Fulboy” es un peculiar documental que se acerca como nadie a la figura del jugador, aunque por momentos se lo sienta algo caprichoso en lo que decide registrar.