Frantz

Crítica de Rolando Gallego - Lúdico y memorioso

Ozon es un provocador. Cuanto más uno se acerca a su obra comprende ciertos mecanismos a los que apela y ciertos motivos que utiliza para, en realidad, hablar de otra cosa, como en “Frantz” su último opus, en los que la guerra es solo la excusa para hablar de la resiliencia y el amor.

En el devenir de Ana (Paula Beer) hay un profundo interés no sólo en retratar el espíritu de época (pos primera guerra), sino en dejar bien en claro, el rol de la mujer en la sociedad. Y en el dolor de esta joven al perder a su prometido en combate, y en el entregarse a las mentiras de un amigo de éste (Pierre Niney) con el que conecta en otro plano, uno inimaginado para ella, el de volver a cierta luz.

De hecho este punto de conexión es subrayado con la aparición del color en la narración, que otorgan cierta estilización a la propuesta, una historia de dolor que recibe al espectador y lo envuelve, mientras acompaña a Ana en su derrotero y búsqueda de vida ante la muerte.