Frantz

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Frantz: talento y vuelo poético

Prolífico como pocos cineastas de su generación, el francés François Ozon, a los 49 años, lleva filmados dieciséis largometrajes, desde su comentado debut con Sitcom (1998), programado en la prestigiosa Semana de la Crítica de Cannes. Y con Frantz reafirma su vocación por la variedad (ha dirigido desde una comedia farsesca hasta un thriller erótico), apoyándose esta vez en la obra de un artista mayor (Remordimiento, film de Ernst Lubitsch basado en una obra de teatro de Maurice Rostand y estrenado en 1932), pero sin privarse de introducir algunas modificaciones sustanciales en la trama, sobre todo para dotar de espesor y profundidad al rol femenino, interpretado con asombrosa solidez por la alemana Paula Beer, que tenía apenas 21 años cuando se rodó el film.

Es Anna, su riquísimo personaje, el renovado corazón de una película que refleja bien los sinsabores de la Primera Guerra Mundial sin resignar la calidez y un vuelo poético realzado por el notable trabajo de fotografía, que cruza la melancolía del blanco y negro dominante con breves y vivaces apuntes en color. Su perfecto contrapunto es el ex soldado francés que compone con delicadeza Pierre Ninney. Culto, refinado y elegante, el joven carga con un peso en la conciencia que se hará más evidente gracias a la persistencia de Anna, primero agobiada por el luto y después, en la atrapante segunda mitad de la historia, decidida a levantar vuelo e incluso a moverse como lo haría un eficaz detective.