Francofonía

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Mi vida sin mí

Éste es uno de esos filmes que se necesita ver más de una vez, no porque no sea inteligible en una primera oportunidad, sino que al culminar la proyección el éxtasis provocado por el mismo motiva al deseo de volver a verlo. Algo así como un viaje a lo desconocido ya visto y que se desea volver a hacer una vez que se está de regreso en su hogar.
Este nuevo acercamiento del director ruso al ámbito del arte vivo de los museos, es una forma de expresar, de mostrar, de indagar, en la historia reciente de la humanidad haciendo eje en la Segunda Guerra Mundial, una herida que para el realizador no se ha cicatrizado.
Con la imposibilidad de ser catalogada, definida, enclaustrada, en género alguno, ya que esta película no está dentro del llamado documental, pues no cumple a rajatabla con los parámetros que la definirían como tal. Pero sí es una lección de cine.
La historia de la historia sin contar historia alguna, como dijo un viejo, pero viejo en serio, crítico al salir de la proyección de prensa, centrada en el museo del Louvre, enclavado en el centro de Paris, Francia es presentada desde ese símbolo como uno de los baluartes culturales de la civilización occidental. Aunque el origen sea griego.
En la Francia ocupada de la II Guerra Mundial, las autoridades nazis decidieron proteger, pese a las circunstancias, la mayor y más valiosa colección de pintura del mundo: el Museo del Louvre. A través de la historia del director del museo, Jacques Jaujard, considerado como el salvador del Louvre, y un curador alemán, el conde Franz Wolff-Metternich, en el París de 1940.
El texto aspira a reconstruir esa relación, al tiempo que intenta explorar la relación entre el arte y el poder, siendo el Louvre el principal lugar de la civilización viva.
Ambos personajes reales protegieron los tesoros de dicho museo, en tanto que los gobiernos con sus ejércitos arrasaban el corazón de la civilización dejando millones de vidas truncas
Pero Sokurov no se queda en la simple actitud del planteo filosófico sobre arte y poder, o ética y moral, casi tomado como ejemplo el texto de Hannah Arendt “Hombres en tiempos de oscuridad” (editorial Gedisa, 2da edición 2009).
Ni siquiera, siendo un maestro en la forma de filmar, en la utilización de los movimientos de cámara, para introducirse en las diferentes obras pictóricas, la selección de los planos, la elección de la luz, los personajes que revivirán para ser por momentos nuestros “guías turísticos” dentro del museo. Todo para demostrarnos que hay algo más que la estricta cualidad voyeurista y/o intelectiva.
Es a partir de esto que el tema cobra importancia extrema, ese que se desprende subyacentemente al texto, no es sólo su amor por los museos, o al arte en general, es casi una declaración de principios por parte del director, anteponiendo como antagonistas a la creación artística humana como imperecedera frente a la finitud de su propio hacedor.
Como nota adicional, existe el filme documental francés “El hombre que Salvó El Louvre” (2015), dirigido por Jean-Pierre Devillers, quien utilizando la entrevista como motor, e incluyendo escenas de animación, cuenta la historia de Jacques Jaujard