Francesca

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El origen y sentido de una propuesta como “Francesca” (2015), de Luciano Onetti, hay que buscarlo en la cinefilia, porque la pasión y el homenaje con el que el director intenta emular al cine de género sólo es superado por el detalle con el que la película es narrada. Más allá que la trama principal cae en algunas cuestiones que no terminan por resolverse, y hasta se prolongan en demasía, el espíritu que se impregna en cada uno de los fotogramas construye una obra diferente.
La historia de “Francesca” es simple, dos investigadores intentarán resolver los misteriosos asesinatos que hace años suceden en una pequeña ciudad y que aparentemente tienen conexión con la desaparición de una niña. El director reposa la cámara en los asesinatos, en la crueldad de las imágenes, en la plasticidad y configuración de los espacios en los que el asesino comete sus sangrientas masacres.
Allí, en esos momentos, como también en los previos en los que se muestra cómo se regodea, con sadismo, en la preparación de la muerte, Onetti, despliega un sinfín de artificios, que remiten a clásicos de giallo, un género que a pesar de que se lo tilda como ya inexistente, puede seguir sorprendiendo en propuestas retro como estas.
El principal problema de “Francesca” no radica en esta evocación, al contrario, allí redobla su apuesta, la falla más grande que tiene es que se preocupa mucho más por el arte y la puesta que por su historia. El año pasado llegó a las salas “Amateur”, de Sebastián Perillo, un logrado homenaje también al cine de género, y la diferencia de ésta era que tenía, además, la posibilidad de conectarse con los personajes, quienes se diferenciaban, más allá de ser víctima o victimario, en héroes, antihéroes y villanos. “Francesca” tiene a su villano, lo enviste de poder y fuerza, le coloca elementos identificatorios, como esos siniestros guantes de cuero marrón, pero no suma elementos de contrafuerza.
Los dos detectives son apenas esbozos, por lo que todo el esfuerzo queda en la nada. Una película debe ser mucho más que el arte, que el homenaje, una película debe lograr traspasar la pantalla, inundar de emociones al espectador, pero cuando se trunca el camino y las posibilidades narrativas hay algo que habla de otra cosa.
Esa otra cosa no tiene que ver con la inexperiencia, tiene que ver con poder vislumbrar las mejores opciones para que una idea se resuelva de la mejor manera y sea entendible por todos aquellos que la asistan o vean. “Francesca” podría haber sido un gran homenaje, pero además una gran película, porque los elementos estaban dados, como así también la lúdica idea de doblar al italiano las actuaciones y tener una secuencia inicial de títulos que además narra sucesos, pero en el camino de la evocación pierde su sentido de película que podría ser disfrutada y consumida por todos.