Focus: maestros de la estafa

Crítica de Martina Putruele - ARG Noticias

De amor y de engaños

Will Smith vuelve a la pantalla grande luego del fracaso total de After Earth con Focus: maestros de la estafa, y, aunque este filme es de lo mejorcito que la estrella realiza en años, ni el mundo lujoso en el que se mueven sus personajes -con alta costura, autos incomprables y restaurantes chic- puede salvar a esta película sobre estafadores de caer en la mediocridad de un filme que pretende ser más inteligente de lo que realmente es.

Pero partamos de un punto: Focus es una película entretenida, por lo menos al principio. Nicky Spurgeon es un talentoso estafador que decide tomar de aprendiz a Jess, una rubia con muchas ganas de aprender interpretada por Margot Robbie. Los dos terminan enamorándose, como cabe esperar de un flick hollywoodense, pero las cosas no funcionan y se separan. Años después se reencuentran en Buenos Aires, y todo se complica.

Con una fotografía que resalta la vida y los colores de las calles porteñas y con tomas que por momentos recuerdan a Paul Thomas Anderson en sus primeros años, Focus podría haber llegado a ser más interesante de lo que terminó siendo su producto final, si el guion estuviera mejor pensado. La química entre Smith y Robbie es innegable y va más allá del obvio exterior de una pareja atractiva físicamente. Hay algo más.

El resto del elenco no podría ser mejor: Adrián Martínez, Rodrigo Santoro y Gerald McRaney brillan con mérito propio, y le dan a Focus una chispa de comedia muy necesaria, aunque sus esfuerzos no llegan a ser lo suficiente para salvar a una película que arranca interesante y cae poco a poco en la monotonía.