Fantasma vuelve al pueblo

Crítica de Mariana Zabaleta - Subjetiva

Peregrinos de la urbe, el retorno al pueblito los recibe con un paisaje cargado de extrañeza. Fantasma vuelve al pueblo es una película tan entrañable como divertida, explorando y representando una identidad tan Argentina como el Tereré.

La selva misionera inunda el paisaje pueblerino, Aristóbulo del Valle palpita una temporalidad diferente, mitológica y popular. La visión de Augusto González Polo carga de frescura y honestidad una propuesta que podría encallar en dramatismos convencionales. La vuelta a casa, para toda una generación cuyo mandato principal carga el éxito y el fracaso en la obtención de un título en la gran ciudad. Historias cotidianas de paisajes cotidianos.

El clima festivo de fin de año exacerba el sinsentido de los episodios retratados. Fantasma se reencuentra con viejos amigos y viejas rutinas, la cerveza y el tereré serán paliativos obligatorios ante el hostil e indómito vaho de la selva. Los habitantes del pueblo desfilan con maravillosa soltura frente a la cámara, el absurdo de la vida moderna y la fractura expuesta entre hombre y naturaleza encuentran nuevos motivos e idiosincrasias.

Ciertos tonos pesimistas y apesadumbrados toman por rehén a Fantasma, su nuevo trabajo lo pone a disposición de su antiguo amigo y nuevo jefe Luis Miguel. La cinta desarrolla entre líneas temas por demás picantes, los mandatos sociales, la política en las provincias y sus entongues, entre otros. Este trabajo narrativo rescata y desarrolla, en atractivos personajes, posturas de resistencia. Sin lugar a dudas actos combativos que dejan sentados precedentes extremadamente necesarios para la figuración de nuestras idiosincrasias federales y cinematográficas.

FANTASMA VUELVE AL PUEBLO
Fantasma vuelve al pueblo. Argentina, 2019.
Dirección: Augusto González Polo. Intérpretes: Laura Josefina Kramer, Fernando Rosa, Marcelo “Maqueta” Márquez, Jorge Ratoski. Duración: 107 minutos.