Everest

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Tensión y emoción de altura en “Everest”

La película de Baltasar Kormákur recrea la tragedia de un grupo de excursionistas en mayo de 1996.

El monte Everest es la montaña más alta del planeta Tierra.

En el Himalaya, a 8.848 metros sobre el nivel del mar entre Nepal y China, es el sueño dorado de todo escalador.

¿Qué lleva a un hombre a querer puntear la última piedra alcanzable del mundo, cuando su sólo intento conlleva un importante riesgo de salud, y hasta de vida?

Las motivaciones individuales son tantas como la existencia de hombres dispuestos a enfrentarse a la montaña.

Durante la temporada de escalada de 1996, quince personas murieron en el Everest convirtiendo a ese año en el más mortífero de su historia. Ocho de ellas, pertenecientes a tres expediciones distintas, murieron el día 10 de mayo debido a una tormenta.

El desastre levantó gran controversia sobre la masificación de las excursiones al monte. El periodista Jon Krakauer de la revista "Outside", era parte de uno de los grupos y publicó el libro Mal de altura, contando su experiencia.

Anatoli Bukréyev, un guía que se sintió señalado por Krakauer escribió un libro en respuesta llamado La escalada. Estos y otros, varios, protagonistas de aquel suceso son incluidos en el actual relato en pantalla.

Baltasar Kormákur es el encargado de contarnos esta historia conocida y repasada, donde muestra su fuerza como narrador.

Contó con 66 millones de de dólares para lograrlo, es cierto. Pero los bien utilizó para darle al espectador una experiencia --en 2D o 3D-- de tensión y emoción constante durante las dos horas de película, acompañando a hombres y mujeres diversos e igualmente fascinados por la idea de conquistar el confín entre la tierra y el cielo, el hielo, la piedra, la presión y el frío extremos.

Los créditos finales informan sobre la suerte de las personas involucradas en la tragedia y extreman la sensación vivida en la sala.