Everest

Crítica de Leonardo González - Río Negro

"Everest": el ascenso hasta los Oscars

El Everest, la montaña más alta del mundo, ese milagro de la naturaleza que desde que fue descubierto fascinó al hombre. Y esa fascinación se convirtió en obsesión por tratar de conquistarlo, algo que fue logrado en 1953 por el neozelandés Edmund Percival Hillary y el sherpa Tenzing Norgay.

Pasaron 62 años de ese hito y más de 3 mil personas han logrado esa hazaña, pero también más de 200 perecieron en el intento. Y el peor año en que más escaladores perdieron la vida fue en 1996, con un total de 15: ocho de ellas, pertenecientes a tres expediciones distintas, murieron el día 10 de mayo por una tormenta tremenda que azotó la montaña. Por las lesiones producidas ese día, cuatro personas más murieron el mes siguiente. Ese terrible acontecimiento es lo que relata esta gran película del director islandés Baltasar Kormákur.

La historia se centra en dos expediciones de las cuatro que participaron en esa fatídica jornada del intento de ascenso y hace un poco de foco en la terrible idea de "masificar" el escalar el Everest, esto quiere decir hacer expediciones "comerciales" que al mismo tiempo intentan llegar a la cima. Rob Hall (Jason Clarke), dueño de Adventure Consultants, lideraba una en la que se encontraban, entre otros, Beck Weathers (Josh Brolin), Doug Hansen (John Hawkes), Yasuko Namba (Naoko Mori) y Jon Krakauer (Michael Kelly). El otro líder era Scott Fischer (Jake Gyllenhaal), fundador de Mountain Madness.

Aunque ambos expertos se pusieron de acuerdo en trabajar juntos para llevar a sus clientes sanos y salvos a la cumbre, ciertos contratiempos, decisiones equivocadas y un fenómeno climatológico que desató una tormenta con vientos de 167 km/h y temperaturas de 40 grados bajo cero (resultando que nivel de oxígeno se redujera en un 14%), hizo que ocurriera una de las peores tragedias del alpinismo. Un dato curioso es que el film iba a contar el peor desastre ocurrido en el Everest, pero ese hecho fue superado en abril de año pasado cuando una avalancha mató a 16 personas. Eso ocurrió mientras se filmaba la película, e hizo que la filmación se pospusiera.

No es la primera vez que este hecho es retratado, ya que en 1997 se hizo la película para televisión Into Thin Air: Death on Everest, basado en el libro Into Thin Air, de Jon Krakauer -sí, uno de los alpinistas que también era periodista para una revista especializada-. Uno de los puntos rutilantes de Everest es que no cae en lugares comunes, no hace un relato lacrimógeno, ni recurre a sensiblerías baratas para contarnos la historia.

El espectador puede sentir el frío, la inmensidad de esa bestia blanca y hasta la desesperación de los protagonistas, algo muy bien logrado por la forma de filmar y el uso de imágenes utilizadas.

Otro dato curioso es que se usaron escenas del corto para IMAX titulado Everest (1998), que fue filmado en el mismo momento que ocurría la tragedia. De hecho, los documentalistas socorrieron a varios alpinistas. Dos puntos más a resaltar son el montaje supremo que tiene el film y las grandes y muy creíbles actuaciones; la de Jason Clarke conmueve hasta las lágrimas. Al final van a poder ver las fotos de los verdaderos protagonistas, un recurso que por más utilizado que sea siempre es efectivo para terminar de contar una historia verídica.

Everest comienza así un lento recorrido hacia los Oscar.Es un camino complicado y tempestuoso pero tiene todo a su favor para alcanzar la cima y colocarse en lo más alto del mundo.

Ojalá lo logre.