Escuchar a Dios

Crítica de Horacio Bilbao - Clarín

Del under porteño

Si Dios hubiese sido una banda famosa, éste sería un documental trascendental. Como no lo fue, Escuchar a Dios, el filme de Mariano Báez, es el rescate de este original grupo del under porteño y, a la par, una reivindicación de una posición frente a la vida, la música y, aunque para algunos suene exagerado, el arte. El reflejo de un tiempo en la poesía conurbana. La duda planteada en los por qué unos llegan y otros no, y qué significa llegar, cuestionando el canon impuesto con cierta factura casera y estética de VHS.

A través de los testimonios de fans, de críticos, de imágenes de archivo y largas entrevistas a los tres integrantes del grupo, el autor construye un rompecabezas de Dios, que existió entre 1992 y 2001, que dejó un cassette en vivo grabado en 1995 y un CD de estudio finalizado a los tumbos en el ocaso de la banda.

Intentaremos no encasillar a Dios. El documental no lo hace, aunque no desconoce su ascendencia punk, y su referencia en el vacío cultural, existencial y político que reinó durante el menemato. Una batería, un bajo y una voz, garantizado libre de guitarras, conformaban el ceremonial trío de Pedro Amodio (voz), Javiel Aldan (batería) y Tomás Notcheff (bajo), que hoy viven desperdigados por España, Alemania y la Argentina, pero siguen fieles a la música distinta que siempre reivindicaron.

Los tres recuperan aquellos años de descontrol creativo con nostalgia y cierta distancia. Y con disparadores polémicos. “En el mundo, el arte y la música están hechos, por lo general, por gente que tiene guita. Por eso es tan superfluo”, dirán. No es que se sientan virtuosos, si hasta coinciden en que eran malos. Pero no importaba, contaban una Buenos Aires, aprendían a no copiar, y a transformar las influencias del contexto en su vocabulario. Tocaban como vivían, y como eran. Documento de una banda, una época y una manera de actuar.