Escape Room 2: Reto mortal

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

Un espectáculo pobre, delirante y absurdo

Escape Room: Tournament of Champions es una secuela que carece de creatividad, pilar que hizo de su antecesora un filme decente.

¿Y si una sala de escape fuera un juego de vida o muerte? Esa idea simple logró que en 2019 Escape Room se convirtiese en un éxito para el terror. La fórmula reunía a seis desconocidos -entusiastas de los rompecabezas motivados por un premio en efectivo- que son arrojados a un laberinto sanguinario, en el que solo uno ganará. Escape Room: Tournament of Champions, la secuela que nadie pedía pero por obvias razones se hizo, no lleva a un nivel superior la saga y se estanca en una premisa increíblemente estúpida.

Taylor Russell regresa como la huérfana Zoey y Logan Miller vuelve a interpretar a Ben, la parejita sobreviviente de la primera Escape Room. Unidos por el trauma, emprenden un camino hacía la boca del lobo con el único fin de destruir a la misteriosa compañía Minos (responsable de las trampas letales que casi los matan). En la travesía son engañados y terminan, una vez más, rodeados de un grupo individuos en una serie de escenarios asesinos.

El principal y único cambio entre una película y otra es que ahora los todos los personajes sí tienen un nexo en común: fueron ganadores de algún certamen de las salas de escape. Perturbados por la experiencia tratan de sobrevivir como grupo. Obviamente esto no sucede, las cosas se descalabran muy rápido, empieza el griterío y los espectadores ven qué tan ingenioso es el festival de muertes que el director les armó. No hay suspenso o un desarrollo narrativo que permita empatizar con las víctimas de este juego, ni siquiera con Zoey y Ben, quienes tienen una historia afectiva que con un mejor desarrollo hubiese potenciado las secuencias dramáticas (que las hay pero quedan en la mismísima nada ante la no transformación significativa de los protagonistas)

Hay un vagón de subte electrificado, arenas movedizas, un banco art-deco con rayos láser y otras sorpresas más. Cada habitación es inverosímil: ¿cómo puede montarse una playa ficticia debajo de una gran ciudad? Inexplicable. Escape Room: Tournament of Champions tiene espectáculo de sobra y situaciones absurdas por doquier. No satisface al crítico pero conforma a las masas.