Escándalo americano

Crítica de Martina Putruele - ARG Noticias

Los entretelones de un gran escándalo americano

A David O. Russell no le interesa la trama de sus películas. Lo que le importa son los personajes, pero no la clásica evolución moral de la típica película hollywoodense. A David O. Russell le gustan los personajes que son personajes, que desbordan de personalidad, y es uno de los pocos directores de cine que escribe papeles para mujeres que realmente tienen algo para decir, que también piensan como los hombres, y que no son sólo un simple accesorio de la masculinidad americana.

Escándalo Americano es el film de la temporada. Con 10 nominaciones para los Oscars, todos sus actores, principales y "de reparto" son posibles ganadores. Y esto parece haberse vuelto rutina para Russell, quien vio llover nominaciones de todo tipo y color para su film anterior, El Lado Luminoso de la Vida.

Son los protagonistas de aquella película los que se reúnen nuevamente en Escándalo Americano: Bradley Cooper y Jennifer Lawrence. También se reencuentran Christian Bale y Amy Adams de The Fighter, otro de sus films más aclamados. Y son estas dos parejas las que hacen explotar la pantalla.

El largometraje sigue –a veces hasta con narraciones a lo Scorsese- a Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador que encuentra en Sydney Prosser (Amy Adams), una socia y amante igual de inteligente y traicionera que él. Los dos se ven obligados a colaborar con el FBI cuando un agente (Bradley Cooper) los agarra con las manos en la masa. De esta manera, los tres deberán trabajar para destapar tramas mafiosas y de corrupción entre los políticos más poderosos de los '70. Y es la neurótica esposa de Irving, Rosalyn (Jennifer Lawrence) la que podría hacer que todo se destape.

Los guiones de Russel desbordan de historias casi surrealistas y personas desequilibradamente fascinantes. Un ejemplo es Rosalyn, el personaje de Jennifer Lawrence, que fue nominada como Mejor Actriz de Reparto sólo para que no compitiera con Amy Adams. Y no sorprendería en lo más mínimo que se lleve el Oscar por segunda vez consecutiva.

Pero otro protagonista indiscutido de esta comedia negra dramática es el vestuario. Los personajes aman, putean y respiran envueltos en la vulgaridad de sus atuendos. Es que es la época disco: Christian Bale con una panza kilométrica y cadenas doradas; Amy Adams con escotes infinitos, Jennifer Lawrence con aros gigante y uñas de lince; y Bradley Cooper con ruleros y camisas abiertas.

Escándalo Americano es una película ridícula por momentos, y es esa ridiculez la que la convierten en una genialidad. Los personajes se toman demasiado en serio y viven cada emoción al extremo. No hay ni buenos ni malos, sólo gente desesperada por sobrevivir y por conseguir el éxito.