Escándalo americano

Crítica de Facundo J. Ramos - Toma 5

"Con el sello de la casa"

El talento que desplegó David O. Russell en los últimos años lo convirtieron en un director merecidamente reconocido y elogiado por la prensa y el público, sin que a ninguna de estas dos partes les importe demasiado las ya reconocibles marcas personales que les impregna a sus films, sin importar el género al que pertenezcan.

Russell es un realizador hecho y derecho, exquisito y tremendamente efectivo a la hora de atrapar al espectador con sus historias no muy rebuscadas y casi clásicas en las que todo termina bien, sin giros imprevistos y sorpresas inesperadas.

Vamos a ser completamente honestos: Ese es el sello de Russell. Sus personajes atrapantes, su puesta en escena dinámica y entretenida y sus relatos apasionados y bien humanos nunca recorren otro camino que no sea el de un camino liso y llano en el que no existen los sobresaltos y todo se reduce a contemplar la belleza que lo rodea.

Si repasamos sus últimos tres trabajos, entre los que incluimos “El luchador”, “El Lado luminoso de la vida” y “Escándalo americano”, nos encontramos con grandes películas que, con sus pequeñas y atrapantes historias, nos regalaron a lo largo de su desarrollo todos los elementos necesarios para que lleguemos al final de las mismas con una sonrisa de oreja a oreja y ganas de aplaudir de pie un gran producto.

David O. Russell, alias “finales felices”, hoy en día es talento en estado puro. Un trabajador del cine con todas las letras al cual hay que disfrutar dentro de la pantalla grande. De eso no quedan dudas.

Por eso hay que ser francos con “Escándalo americano”, ya que si bien se trata de un peliculón tremendo que se disfruta completamente, no deja de ser un film que lleva nuevamente la firma más reconocida del realizador, siendo este el único aspecto que me pareció, paradójicamente, algo decepcionante.

No se asusten con eso, ya que mi punto es que la historia del caso ABSCAM y la forma en la que la trabajó Russell (tanto delante como detrás de las cámaras) quizás hubieran merecido un pequeño giro de originalidad sobre su parte final, para romper esa costumbre propia del realizador y ofrecernos un panorama completamente distinto en la que es, sin dudas, su película más lograda y ambiciosa hasta la fecha.

Que una historia como esta, la cual a su vez es tremenda, polémica y encima está inspirada en hechos reales, hable de forma tan certera sobre los efectos devastadores del engaño, la traición y la ambición humana, merece desde mi humilde lugar un cierre acorde al peso y la “seriedad” que le otorga Russell durante sus dos implacables primeras partes.

Prologo y conflicto de “Escándalo americano” son una cátedra cinematográfica de cómo contar una historia humana seria, entretenida, amplia y solida, acompañándola de excelentes actuaciones y un apartado técnico que no deja nada librado al azar. El epílogo, en cambio, si bien no resulta ni forzado ni queda desparejo con relación a las dos partes anteriores, quita el pie del acelerador y nos deja con ganas de un poquito más en pos del idealismo que practica Russell.

Que nadie se confunda: Hacia rato que el cine no ofrecía una pista tan acida e ideal para el despliegue de actuaciones tremendas por parte de Christian Bale, Amy Adams, Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y Jeremmy Renner (este último pieza clave del film y llamativamente pasado por alto por la prensa) y una dirección sobresaliente de un realizador como David O. Russell quien baila, por ahora, al ritmo de sus propias historias y nos invita que nos sumemos a la fiesta.

“¿Alguna vez tuviste que encontrar la forma de sobrevivir sabiendo que todas las opciones que tenes son malas, pero, tenes que sobrevivir?” dice Irving Rosenfeld, ofreciendo una radiografía de esta nueva corriente del cine norteamericano que se encarga de mostrar, sin miedo al ridículo ni las exageraciones, los trapos sucios que existen puertas adentro de su propia sociedad.

“Escándalo americano” llega para ocupar el primer lugar en el podio de dicha corriente, de la mano de un David O. Russell que ya puede disfrutar de tener un nombre de la jerarquía de sus películas.