Escalofríos

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

Llega Halloween y con este oscuro carnaval, aparecen en concordancia títulos en cartel que se hacen eco del evento de los fantasmas, almas en pena, zombies y dulce o castigo. "Escalofríos" es una adaptación para pantalla grande de los éxitos de R.L.Stine y la editorial Scholastic, que ya lleva vendidos más de 400 millones de libros desde su aparición en los años 90. Sus personajes son aterradores, pero no tanto. Es literatura al estilo de Stephen King pero para público pequeño. De hecho, hay guiños permanentes al amo del thriller psicológico y el genero del terror que te hace dormir con la luz encendida.
Esta comedia de aventuras, tiene al frente a Jack Black como el esquivo y gruñón Stine, padre de una adolescente, Hannah, que es muy especial. El que desencadena el conflicto, en realidad es Zach Cooper, interpretado por Dylan Minnette, que luego de la muerte de su padre, queda muy afectado y por eso su madre, decide que deben mudarse de la ciudad a un pueblo pequeño, donde vive su tía estilo hippie-chic. Un Zach algo triste y contrariado, ya que encima su mamá trabajará en el colegio donde él estudia, tendrá una luz y un gran riesgo que correr para salvar el día: por un lado, se hará amigo de Hannah y por el otro, se topara con Stine, del que no queda claro si tiene secuestrada a su hija, la sobreproteje o está ocultando algo más grave.
Otro amigo de Zach será aquél que todos patean, alguien acostumbrado al bullying desde su nombre mismo: Champ. Me pareció ver mucho de Adam Sandler, no se porqué, en Ryan Lee, el chico que interpreta a Champ y ya actuó dirigido por J.J.Abrams, "Super 8".
Esta especie de "Cazafantasmas-Gremlins-Poltergeist" juntos pero no revueltos, explota cuando una noche, el alter ego de Stine, Slappy, un muñeco malvado que quiere vengarse de todos aquellos que se burlaron de su creador, se hace realidad, y cobra vida al abrirse el candado de uno de los libros mágicos. Al mismo tiempo, el Abominable Hombre de las Nieves, un Hombre Lobo con pantalones y zapatillas de básquet, una gelatina que se traga todo alrededor, una Mantis Religiosa gigante y unos enanitos de jardín muy jocosos y molestos; resumiendo, un ejército de seres salidos de cualquier pesadilla, se abren paso en el pacífico pueblo que ya no lo es más.
Stine está retratado como un escritor con un don, el de refugiarse en la escritura de sus cuentos al sentirse solo y agredido por sus vecinitos y compañeritos, desarrolla una capacidad de creación y su escudo, que se traduce en criaturas espantosas pero con un toque de ácido humor. Hay una invención de Stine que nacerá en su adultez y no tendrá estos rasgos tan terribles, ella es su mejor personaje y quizá, su salvación.
El desafío de los realizadores, Rob Letterman -ya había trabajado con Black en Los Viajes de Gulliver y también fue director de "El Espantatiburones" y "Monsters vs. Aliens"-, y de los guionistas, Scott Alexander y Larry Karaszewski (Ed Wood, Big Eyes, Larry Flynt, etc.), era ver cuál de los libros de Stine era el indicado para llevar a la pantalla. Parece que la decisión no fue tan difícil e hizo que el homenaje sea casi completo, con un montón de esos seres de tinta y papel recreados mecánicamente, como Slappy (que no tiene hilos) o con algunos efectos especiales en su concepción.
Es una peli divertida, es en 3D, lo que la hace más atractiva y casi un juego y en donde los papás no quedarán afuera del entretenimiento.