En un lugar de Francia

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Sed de vivir

El titulo de esta nota bien podría haber sido “¿Que pasa Dr.?” (1972), haciendo referencia al filme dirigido por Peter Bogdanovich, ya que existe una sentencia que reza, “no hay peor paciente que un médico”. Algo así se plantea en ésta realización desde el principio por el director Thomas Lilti, y no es casual ya que su profesión inicial, antes de dedicarse a la dirección cinematográfica, era la de médico. Pero al finalizar la proyección el tema subyacente que se desprende es otro, bastante más abarcador.
La historia abre cuando a Jean Pierre Werner (Francois Cluzet), el Dr. Norès, su amigo y médico le anuncia que tiene un tumor no operable en el hemisferio izquierdo de su cerebro. La indicación es que no trabaje, o baje el ritmo desde lo laboral. Nada sabemos todavía de la profesión de Jean Pierre.
La intriga no se hace esperar: Médico rural, atento, solicito, personaje de gran estima en la zona. Él no sólo es el médico de cabecera de la comarca, es psicólogo, consejero social, hasta inmerso en conflictos políticos de la zona. Su entrega es total, las 24 horas del día, los 365 días al año.
Pero su cuerpo dio señales univocas, por eso el Dr. Norès le envía a Natalie Delezia (Marianne Denicourt), una médica recién recibida, que no es una jovencita, sino una mujer hecha, con mucha vida anterior, de la que sólo sabremos que durante diez años fue enfermera. Ella deberá empezar a reemplazar lo irremplazable, sabiendo de la resistencia al cambio por parte de los pacientes y del mismo medico, en relegar sus funciones y su confianza.
Un filme de construcción clásica y poseedora de un desarrollo lineal a ultranza, con un muy trabajo de la dirección de arte y mejor diseño de sonido, a punto tal que la elección de las piezas musicales, sobre todo la del genero country americano que atraviesa la narración, y no sólo no perjudica, sino que universaliza la historia.
Una película sostenida a partir de un minucioso desarrollo de personajes, de pequeñas situaciones cotidianas en la campiña francesa, trabajada desde la cámara haciendo foco en los pequeños gestos, los ojos, las miradas, una mano, siendo Francois Cluzet un especialista en la economía de recursos histriónicos, no necesita hablar para expresar ideas, pensamientos, sentimientos, acompañado extraordinariamente por Marianne Denicourt.
Una película sobre la fundamental idea de vivir, no de durar. Como cantaba Juan Carlos Baglieto, allá por la década de los 80/90
“Sólo se trata de vivir
esa es la historia
con la sonrisa en el ojal
con la idiotez y la cordura de
todos los días,
a lo mejor resulta bien.
Sólo se trata de vivir
esa es la historia
con un amor, sin un amor,
con la inocencia y la ternura
que florece a veces
a lo mejor resulta bien.”