En tus zapatos

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Cómo desaprovechar una idea fantástica

En tus zapatos, la nueva película de Thomas McCarthy protagonizada por Adam Sandler, tiene buenos momentos pero desaprovecha una idea fantástica.

Son cada vez menos las películas que pueden ser calificadas de mágicas. Tal vez por ese motivo, cuando aparece una, esa cualidad se impone sobre la cantidad de buenas intenciones que son el peaje moral que paga la imaginación en un mundo ideologizado hasta la idiotez.

De todos modos, con un poco de voluntad, puede suponerse que las buenas causas sociales son un derivado políticamente correcto de la idea de justicia universal. Y si en algo suelen sostenerse los cuentos judíos, como En tus zapatos, uno de los estrenos de esta semana, es en el principio de que hay un orden misterioso detrás del caos de la vida cotidiana.

Max Simkim es un zapatero que cree que ha malogrado su vida dedicándose al mismo oficio que su padre y sus abuelos. Si bien es una buena persona, que vive con su madre anciana y no le hace mal a nadie, parece estar entregado a la inercia de ser un amargado hasta el final de sus días.

La invitación de una activista a asistir a las reuniones del comité en defensa del barrio no lo entusiasman demasiado y tampoco soporta al barbero del local vecino que le da consejos todo el tiempo. En ese escenario, irrumpe la magia. Por causalidad, un día en que debe recurrir a una vieja máquina de coser que conserva en el sótano, Simkin descubre que si se prueba los zapatos de sus clientes puede transformarse en ellos.

Lo que empieza siendo una diversión un tanto errática termina convirtiéndose en una verdadera aventura; aunque son muy pocos los momentos en que el director Thomas McCarthy es digno de la mágnífica idea que se la ha ocurrido y tiende a sumergir a su personaje en situaciones inconducentes e incongruentes. Degrada el enredo cómico a mera complicación.

Hay varias escenas que sólo sirven para alargar la película y varias otras en las que la narración parece cruzarse de brazos a la espera de que el propio espectador decida si se trata de un momento de comedia o de drama. Adam Sandler colabora con la confusión, porque nunca termina de convencerse de cuál es la historia que debe contar con su cara y con sus gestos.

Sin embargo, todos esos defectos son salvados por el sentido más desarrollado de McCarthy, el de la magia, no entendida como el arte del ilusionismo, sino como un componente esencial del universo. Cuando apuesta por la fantasía, por la ficción pura, desligada de toda responsabilidad social y de toda seriedad adulta, En tus zapatos expone algunos fragmentos de la gran película que pudo ser.