En la cuerda floja

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

Ah, esto sí que es la magia del cine y sobre todo la experiencia de verlo en 3D y en una pantalla gigante, se siente hasta el vértigo de balancear el cuerpo mientras se camina sobre una cuerda de acero.
"En La Cuerda Floja" (The Walk) es una película que deja sin respiro. Es emocionante y al mismo tiempo angustioso, asistir a los actos de equilibristas y trapecistas sin red en los circos. Todos con la boca abierta y conteniendo la respiración como si ese pequeño aliento fuera a derribar a los que tienen tan alto oficio.
Robert Zemeckis impacta en lo visual y en el corazón de la platea. Aquél que diera vida al insólito Forrest Gump y su éxito no buscado, que lo llevó a un Oscar como mejor director, a Tom Hanks, como mejor actor y a la peli, como la mejor del año 1994, ahora se mete con una historia que en verdad sucedió. Si no lo creen, les dejo el artículo de la revista Time y donde se asombrarán por el parecido entre Joseph Gordon-Levitt (el actor) y el verdadero protagonista de la hazaña, ¿locura? que se cuenta, Philippe Petit. (Ver: http://time.com/3976999/philippe-petit-twin-towers/).
Qué hizo Philippe Petit para quedar en la historia: nada más ni nada menos que montar una operación para caminar antes de que quedaran definitivamente inauguradas las imponentes Torres Gemelas, las mismas que en 2001 fueran derribadas en un hecho que conmovió al mundo. En 1974, lejos estaba este triste episodio y más aún de los comienzos de Petit como equilibrista. Su padre era militar (nada que ver con lo artístico), su madre ama de casa en la campiña francesa y una tarde, en el dentista, vio la imagen de esos dos edificios, que iban a ser los más altos del mundo, y su corazón y su mente, se empecinaron por lograr el cruce. Temprano, Petit se va de su casa paterna a París, pues "las zanahorias estaban cocidas" (en la traducción verán "arroz", no sé por qué) y el horno no estaba para bollos.
Para conquistar el cielo neoyorquino necesitaría un equipo humano y aquí es donde intervienen Annie (Charlotte LeBon), su primera reclutada, amiga y algo más, artista callejera como Philippe; un fotógrafo y mejor amigo, para retratar los momentos de preparación y sobre todo, esperar la gloria; un experto matemático (uno dirá para qué), pero tiene su razón de ser y otros varios más que se unirán a la aventura.
Quien un poco refunfuñando deposita su fe en este hijo adoptivo es Papa Rudy, un Ben Kingsley impagable. Es el que le hará ver a Philippe cuál es el secreto del éxito cuando la adrenalina se trepa a la cabeza y hasta se alucina; le hace entender cuán importante es ser agradecido y no abandonar hasta el último paso cuando la jabalina que acompaña al hombre en el equilibrio se deposita en la otra orilla.
Humor, el desconcierto de aquellos que fueron testigos de aquél momento de transgresión. Fíjense que acá mismo hubo un revuelo bárbaro cuando se descolgaron los de Greenpeace en el Obelisco, imagínense, eso mismo en 1974, en aquellas moles que eran símbolo de poder, hasta se podría decir de un orgullo desmedido y que alguien de apellido Petit (pequeño), francés, se atreviera a profanarlas aún antes de que empezaran a funcionar como el World Trade Center.
Otra vez nos encontramos que para el hombre que tiene claro hasta dónde quiere llegar no hay más impedimento que uno mismo y sus oscuridades particulares. Es parte de lo que quiere contarnos esta atrapante historia basada en la novela "Para Alcanzar Las Nubes" que escribiera este singular personaje.
Parafraseando a Forrest, Forrest Gump: "Mi mamá siempre decía, 'La vida es como una caja de bombones. Nunca sabes con qué te encontrarás'" y vale para "En La Cuerda Floja", que sorprende y divierte. Advertencia: no vayan si sufren de vértigo o tápense los ojos ya que la experiencia se siente muy real.