En la cuerda floja

Crítica de Leonardo González - Río Negro

"En la cuerda floja", un sueño posible

El 4 de abril de 1973 se inauguraban en Nueva York las Torres Gemelas, que formaban parte del complejo de edificios del World Trade Center. Durante un tiempo fueron los edificios más altos del mundo con más de 400 metros de altura. Eran asombrosos. Pero más asombroso fue lo que pasó en la mañana del 7 de agosto de 1974 cuando un hombre se atrevió a cruzarlas haciendo equilibrio sobre un cable.

Ese intrépido era el francés Philippe Petit, un funámbulo (artista que camina a lo largo de un delgado alambre, cuerda o similar) de 24 años que unió por primera vez en su historia a ambas torres. A esta hazaña, totalmente ilegal por cierto, él la llamó "El crimen artístico del siglo"; y cuando se le preguntó porqué lo hizo simplemente contestó: "Cuando veo tres naranjas, hago malabares; cuando veo dos torres, las cruzo".

Y de esto trata "En la cuerda floja" (The Walk, 2015), la nueva película del director Robert Zemeckis. Ese hecho histórico, esa hazaña irrepetible, esa locura artística lograda gracias a la obsesión de un hombre.

Corre el año 1968. Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt) es un artista callejero, equilibrista, mago, mimo, se gana la vida en las calles de París mostrándole al público su arte. En una visita inesperada a su dentista, mientras espera que lo atiendan, toma una revista para hacer tiempo y ahí ve por primera vez lo que se convertirá en el objetivo de su vida. Es un artículo sobre la construcción de unas nuevas torres en la ciudad de Nueva York, y a partir de allí se obsesionará con una idea: cruzarlas haciendo equilibrio sobre una cuerda floja.

Claro que eso no será nada fácil porque, más allá de la dificultad de la odisea en sí, necesita prepararse para lograr el objetivo. Para ello le pedirá ayuda a su mentor, Papa Rudy (Ben Kingsley), con todo lo relacionado a las técnicas, información y secretos que lleva consigo el arte del funambulismo. Contará también con el apoyo de su novia Annie (Charlotte Le Bon) y un equipo de inadaptados a quienes recluta en Francia y los Estados Unidos. Sólo resta dar el primer paso…

La historia de Philippe Petit mezcla tanta locura y pasión que es imposible que no sea atractiva para llevarla a la pantalla grande. De hecho en 2008 el director James Marsh, el mismo de "La teoría del todo" (The Theory of Everything, 2014), hizo un documental que retrata este hito llamado "Man on Wire", que se ganó el Oscar en 2009. Tanto ese documental como esta película se basan en el mismo libro: "To Reach the Clouds", del mismo Petit. Zemeckis -acá también guionista- construye una trama sólida y usa a Gordon-Levitt para que nos vaya relatando toda la historia, y con ese recurso el espectador va comprendiendo al protagonista, empatizando con él y llenándose de su misma pasión.

La reconstrucción de época, así como la de las torres es impecable. Si había algo difícil era no caer en el golpe bajo de la lágrima fácil por el 11S, cosa que Zemeckis rodea muy bien (esto hace alusión al final de la película). Pero sí, obviamente, el filme se transforma en un tributo nostálgico a la ciudad de Nueva York y su pérdida. El largometraje está tan bien logrado que no es apto para gente con vértigo; de hecho en la premiere que se hizo en la Gran Manzana varias personas vomitaron por el mareo (este periodista da fe que uno se siente ahí arriba en la cuerda con Petit y la sensación del vacío se siente en todo el cuerpo).

"En la cuerda floja" es un largometraje maravilloso que nos muestra que cualquier sueño, por más loco e imposible que parezca, se puede lograr. Sólo hay que atreverse a soñar.