En la casa

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

François Ozon no sorprende cuando abre su anteúltima película, En la Casa, con un ácido diálogo entre la directora de un liceo y un veterano profesor de literatura (Fabrice Luchini). Ambos, con síntomas de agobio prematuro, resumen el extenso receso escolar con breves sentencias que describen no más de dos rutinarias actividades. Ozon no sorprende porque quienes han tenido la oportunidad de seguir su filmografía, pueden, sin duda, reconocer en esos escasos segundos de película, los rasgos estilísticos que hacen de éste un realizador con sello de autor.

En la Casa es un filme que narra una historia simple la cual a su avance va desarrollando complejos ribetes que lejos de acartonadas fórmulas de narración, develan matices que van desde la ironía hasta sutiles toques humorísticos. Un profesor de literatura ve su futuro decayendo, su matrimonio en franco deterioro y un notable crecimiento de la irritabilidad e incomprensión de las nuevas tendencias de la moda, el arte, la cultura y la educación.

En un presente en donde sus alumnos no puede redactar con coherencia dos oraciones seguidas, emerge Claude García (Ernst Humhauer) una especie de manifestación divina endiablada, quien con su apariencia adolescente pero con una mente consagrada a la perversa imaginación, desvelará a este mediocre docente llevándolo de a poco a lo que será un laberinto psicológico sin salida.

Basado en una obra teatral homónima de Juan Mayorga, el filme de Ozon recurre al artilugio cinematográfico y la técnica audiovisual para llevar a escena un drama cotidiano, ese que expresa la necesidad imperiosa de la pertenencia y la aceptación. Refugiados en mundos imaginarios, tanto el docente como el alumno, sufren el vació que les provocan sus mismas personalidades. Con matices de un suspenso cargado de un enrarecido clima de tensión, lo personajes de En la casa se mueven como fichas de ajedrez en un tablero que propone jugadas inesperadas.

Amores prohibidos, pasiones contenidas, situaciones sin resolución y planos que parecen no tener sentido son el menú que propone Ozon. Con una desdibujada frontera entre la ficción y la realidad. Aportando datos de cómo se construye una estructura dramática o descubriendo el paso a paso del nacimiento de las características de cada personaje, En la casa funciona como metalenguaje de la creación artística; principalmente lo concernido con la escritura (relación profesor/alumno) pero también muy bien representada en las reiteradas escenas en las que asistimos a la vida de una curadora de galería quien intenta convencerse de las nuevas tendencias del arte contemporáneo. En pocas palabras, el filme es lo que vemos pero asimismo es la infinidad de posibilidades que podrían haber sido. De esta manera Ozon motiva a que su espectador también forme parte de este círculo simbiótico que, sin querer, se ha construido entre el docente y su extravagante alumno. Hoy otro francés es el que declama ¡La imaginación al poder!

Por Paula Caffaro
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