En el corazón del mar

Crítica de Mariano Ojeda - El Lado G

Semana rara para los estrenos porque el mismo día que se renueva la cartelera llega fin de año y la mayor parte del 31 de diciembre y 1ero de enero los cines no están abiertos. Lo mismo sucede con el nuevo film de Ron Howard: raro. La película está basada en los hechos reales que inspiraron Moby Dick.

La irregularidad siempre ha dominado la trayectoria de Ron Howard y esta película, con el estreno de su nueva obra, prueba esa afirmación. En el Corazón del Mar (In the Heart of the Sea) no es un buen film, no es de los mejores del director de Apollo 13, pero tampoco es malo, tiene puntos altos y puntos bajos. Por momentos atractiva, por momentos aburrida al extremo.

La nueva película de Ron Howard, mal vendida por la elección de los planos y las imágenes que seleccionaron para los pósters, no cuenta mucho sobre la enorme ballena, sino que se destaca por lo conflictivo de las relaciones humanas y cómo surge lo mejor y lo peor en una tragedia como la del Essex en 1820. Esta embarcación viajó de Nantucket, una isla ubicada a unos 50 km al sur de Cape Cod, Massachusetts, hacia el sur del Océano Pacífico en busca de aceite de ballenas y se vio enfrentado a una bestia agresiva y malvada que quería destruir la embarcación y dejar a la deriva a los tripulantes del Essex. Estos hechos inspiraron a Melville a crear la novela de Moby Dick menospreciada en su lanzamiento.

A diferencia de Rush, un film apasionante por sus personajes y el conflicto entre ellos: la personalidad de los protagonistas y su afán por triunfar, el nuevo trabajo de Howard no está en el nivel esperado. Lo que no quiere decir que sea una mala película. Solo que el director, en su andar irregular, venía de una excelente exhibición de arte, de escuela de cine y su nivel cayó en este film.

Chris Hemsworth es un marino curtido que desea tener el mando del Essex, pero George Pollard Jr., interpretado por Benjamin Walker (Abraham Lincoln: Cazador de vampiros) es quién toma el mando de la embarcación sin una experiencia concreta en el alta mar. El film, por el contrario de lo que se vendió y promovió el film, cuenta la historia de estos dos hombres que provienen de distintas clases sociales y deben aprender a colaborar entre sí cuando una enorme ballena destruye el barco que tripulaban y los deja a la deriva en el océano. La ballena, la cual quedó bautizada como Moby, no tiene grandes apariciones, más que la de generar el conflicto principal. Como se mencionadaba antes, al contrario de lo que fue vendido en tráilers y gráficas, la bestia no tiene tanta presencia ni es tan diabólica, solo es un animal que defiende lo suyo, su hábitat y su existencia.

Una de las cosas más interesantes, pero que no ayuda mucho a la fluidez del relato, es como está narrada esta historia. Todo comienza con una entrevista que el joven escritor Herman Melville (Ben Whishaw) le hace, en 1850, al último sobreviviente del Essex, Tom Nickerson (Brendan Gleeson). Nickerson, que en ese entonces era un novato y al momento del encuentro con Melville es un hombre torturado que se entrega al alcohol debido a le tocó vivir en aquella aventura, no posee verdaderas ganas de abrir sus pensamientos ni a su mujer, y mucho menos al desconocido escritor. Este lo convence (dinero mediante) y los secretos del trágico viaje comienzan a fluir.

Los 122 minutos que dura el film no son tan tortuosos gracias a las secuencias de acción que Howard filmó con toda la clase que lo caracteriza: hermosos encuadres y gran montaje, pero en general, gran parte del film gira alrededor del conflicto entre los náufragos y la odisea que enfrentan luego de quedar a la deriva. Hay escenas innecesarias que no aportan mucho a la historia y es donde más flaquea el metraje.

Desde los aspectos más técnicos, la cámara toma un papel protagónico cuando, en varias escenas, se mete adentro del mar para mostrar un poco que sucede allí abajo donde las ballenas son atacadas. Por el lado de la fotografía, hay un uso decente de los efectos digitales y el formato 3D, y las pocas secuencias que se aferran al recurso están muy bien realizadas.

Si quieren ver algo similar y con más riesgos y aventuras, el director John Huston narró este conflicto en el clásico de 1956, protagonizado por Gregrory Peck, en el rol del famoso Capitán Ahab y el inolvidable Orson Welles cómo padre Mapple.

El film, como se anunció en un principio, no es bueno ni malo, solo es un reflejo de la carrera de Howard: tiene momentos muy buenos e intensos y otros que son innecesarios, que no aportan nada a la historia. En ese marco, Ron consigue una obra decente pero, comparada a otras de su filmografía, debería quedar, como se dice en el fútbol, mitad de tabla para abajo.