Empieza el baile

Crítica de Mariano Casas Di Nardo. - La Prensa

El problema de `Empieza el baile' es no saber manejar ni dosificar las expectativas. El cartel es estelar: Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale. Por ende, la confianza ya está al tope. Encima, los primeros cuarenta minutos son letales porque incluso ya con esa alta temperatura, sube aún más la vara hasta coquetear con los niveles del cine nacional donde conviven, por ejemplo, `Un lugar en el mundo', `Sol de otoño', `Made in Argentina'.

Una historia inicial que lo tiene absolutamente todo: nostalgia, tango, amistad, amor, secretos, falso exilio y actuaciones simplemente maravillosas. Ver a los tres protagonistas interactuar en escenas entre el ridículo, la melancolía y lo hipotético, es sublime. Después que sucede, hablando en el código de esta road movie regional, la apuesta de su autora y directora Marina Seresesky toma un camino pedregoso y pierde definitivamente su alineación.­

Algo hay que reconocerle a Seresesky y es la audacia para animarse a darle semejante giro a una historia que encantaba segundo a segundo. Con el filme terminado, algo no cierra. O el guion no merecía a sus tres protagonistas o la calidad de los mismos exigía otra historia. No develaremos el punto pero quien lo vea (hecho que igual recomendamos) se dará cuenta de que quedaron dos películas en una. Una comedia dramática deliciosa y disfrutable fotograma a fotograma durante la primera parte, y una cinta de carretera del montón, con todas las curvas comunes y obvias que puede tener la ruta elegida.­

`Empieza el baile' cuenta la historia de la otrora exitosa pareja de tango compuesta por Juan Carlos Moreno (Grandinetti) y Margarita Rey (Morán), quienes luego de treinta años se vuelven a encontrar para iniciar un viaje hacia el pasado, junto a su entrañable amigo Pichuquito (Marrale). Los primeros chispazos entre ellos son indicios de que entre sus recuerdos hay momentos inolvidables y cuestiones inconclusas. Y así arrancan, entre reproches, recuerdos, confesiones y acordes del 2x4, un viaje que develará la verdadera trama.­

­MEMORABLES­

Aunque el filme nos deja un sabor amargo de lo que pudo ser y no fue, a Seresesky hay que agradecerle algunas escenas memorables, como ese reencuentro entre los protagonistas luego de un amague de velorio, la discusión por ver quién paga una parrillada en un alto del camino, y la borrachera de Pichuquito con un karaoke de antología. Otro logro de la directora es la definición de los personajes y no encorsetarlos en el registro pretendido. Se nota el vuelo y la impronta de cada uno de ellos en sus gestos y diálogos. La actuación de Marrale es superlativa de principio a fin.­

`Empieza el baile' termina a duras penas, entre la desilusión y un cambio de tono que desorienta. ¿Por qué? Porque la vida no es como queremos sino como sucede. Una road movie que no desbarranca pero que envalentonada con su arrollador comienzo se confía, desestima la brújula y se pierde en el medio del camino.­