El verano siguiente

Crítica de Marcelo Fernández Bitar - Tiempo Argentino

Rock con identidad propia

En Uruguay no hay estrellas de rock," dice en un momento el cantante Emiliano Brancciari, al comentar que pueden caminar tranquilos por la calle de su país, sin mayores interrupciones que algún pedido de foto.

Ese espíritu sin exaltaciones desmedidas del ego y del divismo es una constante en la trayectoria del grupo No Te Va Gustar y también en su primer largometraje estrenado en cines, con dirección del argentino Gabriel Nicoli. El tono es tranquilo y sin veleidades técnicas, pero editado con buen gusto y un criterio acertado que no sólo sigue un orden cronológico de la grabación de su último álbum El calor del pleno invierno, sino que también toma por las astas al dilema de cómo encarar el drama de la trágica muerte del tecladista Marcel Curuchet en plena gira estadounidense. Porque el tema aparece ya en el primer minuto, con reflexiones genéricas de Brancciari sobre la muerte y la pérdida.
Más adelante, claro, aparecen imágenes de unas horas previas al accidente de moto, y se refleja el duelo y el dolor interno sin golpes bajos y sin evitar el tema.
También están omnipresentes la camaradería y el clima interno en momentos de suma concentración y trabajo creativo. Hay frases hilarantes (el planteo sobre una porción de tarta olvidada en un sofá), discusiones técnicas (los planos de saxo y trombón en el estudio) y muchos climas de melancolía (las despedidas y reencuentros con las familias).
El documental gana en su buen gusto, sin grandes pretensiones ni veleidades de superproducción propias de estrellas de rock anglosajonas. No es Spinal Tap (aunque era una ficción) pero hay momentos de comic-relief. No es un Live at Hyde Park, aunque las escenas en vivo son impactantes. Y tampoco es un retrato oscuro como The Devil and Daniel Johnston. Por suerte, por posee identidad propia.
El título de El verano siguiente hace alusión al largo año de trabajo que retrató Nicoli, arrancando desde el verano anterior y llegando hasta la presentación en vivo en Costanera Sur. O mejor dicho, hasta la dedicatoria final a Renzo Curuchet, que nació tras la muerte de su padre.