Recuerdos poco convenientes
La primera pregunta que surge cuando se estrena una remake de alguna película cuyo original fue un éxito, es si hacía falta una nueva versión. La mayoría suelen quedar muy por debajo de las expectactivas: la historia ya se conoce, y hay que superar la huella de los protagonistas originales.
Sin embargo los creadores de esta versión de "El Vengador del Futuro", el director Len Wiseman y los guionistas Kurt Wimmer y Mark Bomback, logran cambiar el marco en el que transcurre la historia, manteniendo el espíritu de esta obra de acción y ciencia ficción, logrando que no se extrañe mucho la original.
Como aquella, está basada en el cuento de Philip Dick “We can remember it for you wholesale”, y sitúa la acción en un futuro apocalíptico en el que los últimos lugares habitables del planeta son la Federación Unida de Gran Bretaña y “La Colonia” (que geográficamente corresponde a Australia). Los trabajadores de la Colonia, que son explotados por la Federación, deben viajar todos los días a trabajar en el único transporte que es “la Caída”, una suerte de nave que atraviesa el planeta en sólo 17 minutos. Uno de ellos es un deslucido operario, Doug Quaid (Colin Farrell) que vive con su hermosa esposa Lori (Kate Beckinsale), y cuya única particularidad es una pesadilla recurrente que padece todos los días a la misma hora.
La calma termina cuando se presenta en un lugar llamado Total Rekall, en el que implantan en la memoria del cliente los recuerdos que quiera para ser, dentro de su opaca vida, un poco más feliz. Allí se detecta que la verdadera identidad de Doug no es la que él cree, y comienza la persecución que, recorriendo distintos lugares, incluso la propia Federación, y la aparición de Melina (Jessica Biel), dura toda la película.
En cuanto aparecen destellos de los viejos recuerdos de Doug, Lori se transforma en la líder del equipo que debe capturarlo, y no deja de ser algo gracioso ese toque desquiciado que le pone a su personaje, cada vez más lejos del profesionalismo de un espía de elite y más cercano a la locura. Colin Farrell está bien en su papel desesperado y en permanente confusión, aunque la verdad es que no es una película en la que se destaquen las actuaciones. Para beneplácito de los seguidores de la serie "Breaking Bad", Bryan Cranston interpreta al líder de la Federación.
El ritmo de la película es vertiginoso, y no decae en ningún momento, ni siquiera en aquellos en los que parece haber cierta tranquilidad. Los escenarios están planteados con identidades interesantes: la Colonia es una suerte de mini Asia, reforzando la idea de que los oprimidos siempre serán del Tercer Mundo, mientras que la Federación es, claro, donde viven los más ricos, en espléndidos edificios y con particulares autopistas para sus autos.
La película se disfruta, y para quien quiera, queda para reflexionar esta insistencia del cine norteamericano en producir películas en las que un héroe solitario libera a los pueblos oprimidos, algo bastante lejano a lo que ocurre en la realidad, pero una muy linda idea para sembrar en la mente del público.