El último pasajero: la verdadera historia

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Mathieu Orcel dirige este documental sobre el hotel más antiguo aún de pie en la Argentina, el Boulevard Atlántico en Mar del Sur, hoy prácticamente hecho ruinas. Pero el verdadero protagonista del film es Eduardo Gamba, quien hoy es el supuesto dueño del hotel que del único modo que hoy por hoy puede utilizarlo como sustento económico son unas visitas guiadas que hace. El propio Gamba lo advierte: hay muchas versiones, no se puede saber cuál es la verdadera.
El documental indaga en diferentes testimonios, y cada uno da su punto de vista sobre las historias que concentra ese hotel. Con una realización modesta pero con una creación de planos y movimientos de cámaras muy conscientes, el film sigue mayormente a Gamba, en su día a día hoy por hoy, como guía turístico, como cuidador de sus mascotas ya viejas y cansadas, y simplemente un hombre que intenta sobrevivir día a día.
En el medio, las historias, historias orales que van desde anécdotas como la filmación de una película de vampiros en la que termina actuando, hasta hechos más dramáticos como un incendio, pasando por la historia de amor con una cantante francesa, y la que le permitió hoy por hoy erguirse como el dueño del hotel.
Al principio parece haber una sola versión, pero a medida que el film se va sucediendo, los testimonios comienzan a contradecirse. ¿Cuál es entonces la verdadera historia a la que alude el subtítulo del film? El propio Gamba tiene la respuesta: es una ilusión.
Esta idea de contar muchas historias que deberían ser una sola deriva en el aire de misterio, de incertidumbre con el que la película se adentra especialmente en su segunda mitad. Por eso, una vez terminada, nos quedan más preguntas que certezas.
No obstante, además de ser ésa evidentemente una decisión consciente, el atractivo principal de la película es el personaje (porque es más personaje que persona) de Gamba, sus ocurrencias, su aire de melancolía y nostalgia combinados con su desbordante simpatía.
Una película pequeña sobre un lugar, sobre un viejo y el mar, sobre el pasado, sobre las historias, la oralidad, las huellas del pasado. Quizás le sobren algunos planos reiterativos (como aquellos de las aves) y le falte alguna aclaración sobre las personas que dan sus testimonios, pero sin duda un film que apela a la magia de las historias, con todo lo que implica la magia: la ilusión e intriga.