El tesoro

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El cine de Corneliu Porumboiu es un cine intimista que bucea en las sensibilidades de sus personajes para, de alguna manera, introducir, casi imperceptiblemente temas locales que se despegan del regionalismo y terminan construyendo una universalización de su propuesta.

“El tesoro” (Rumania, 2015) de reciente paso por Pantalla Pinamar, y una de las películas de la última edición del Festival de Cannes, propone dos planos narrativos, que en conjunto, terminan por construir un relato, que sin sobresalir en su obra, terminan por consolidar su propuesta.
En el arranque del filme, el primer plano de un niño en un automóvil en movimiento muestra la intimidad de un vínculo filial ante planteos irrisorios. El padre, por lo que luego nos enteramos, llegó a buscarlo tarde al colegio por problemas en el tráfico, éste le pregunta si está enojado, y ante la respuesta afirmativa le dice: ¿aun sabiendo por qué llegué tarde te molesta?
En esa primera escena está la clave del relato, en donde el protagonista, Costi, será el eje de toda la película atendiendo siempre a los demás. Así, si en una primera instancia escucha al hijo, luego le lee párrafos de un Robin Hood ilustrado, para pasar a prestarle interés a un vecino que viene con una solicitud un tanto extraña, Costi, será la columna vertebral de los dos planos anteriormente mencionados.
Hombre sostén del grupo familiar, pero también del que luego terminará por embarcarse en una sorpresiva aventura, Porumboiu intenta dejar de lado su afinidad por lo social, pese a que el vecino le plantee al protagonista una búsqueda de un extraño y olvidado tesoro para poder saldar deudas hipotecarias.
La comedia invade la pantalla, pero no a partir de gags, sino de una rutinaria descripción de una búsqueda conflictuada y llena de obstáculos, en la que los intereses de los dos rastreadores, más la participación de un tercero con un extraño artefacto detector de metales, serán el puntapié para que “El tesoro” avance en su narración.
Si encuentran o no el mismo, es lo de menos, porque el hábil guion termina por bucear en otras cuestiones relacionadas a los vínculos de los participantes dentro y fuera de la búsqueda, de cómo una pequeña mentira laboral puede llegar a las planas mayores planteando una situación compleja, o cómo la pasividad de la mujer de Costi puede sugerir en los otros una posible separación inmediata de ambos.
La realidad del país se va colando de a poco, con diálogos sugestivos sobre la imperiosa necesidad de avanzar pese a los avatares económicos. Ese tesoro del título, tiene que ver más con aquello a lo que se aspira que lo que realmente se posee o poseerá.
Una búsqueda que terminará por definir y transformar a sus personajes, algo que Porumboiu deja claro que la búsqueda del tesoro, es tan solo el puntapié para hablar de personajes honestos, simples, que terminan envueltos en situaciones complicadas por el solo hecho de querer ayudar.
Los planos fijos, los interiores, los detalles del libro que Costi le lee a su hijo a diario, la descripción de la esposa, siempre en bata, pequeños indicios de una propuesta acorde al realizador, y que si bien podría haber volado mucho más en el guion, reposa su mirada en aquello que más desea mostrar, los vínculos.