El sexo de las madres

Crítica de Sabina Di Marco - Cine & Medios

Cuando el silencio no es salud

La directora -y en este caso también guionista- Alejandra Marino encara con crudeza, sin vericuetos, el tema de la violencia contra las mujeres y sus consecuencias. Cicatrices que quedan para siempre, abortos clandestinos, y la amenaza permanente de tener cerca a aquel que ha quedado libre porque nadie hizo justicia.
Laura (Roxana Blanco), y Ana (Victoria Carreras) son amigas de toda la vida. Comparten secretos, silencios tan pesados que han sumido a Ana en las drogas al punto de que un juez le quitara la tenencia de sus hijos más chicos, aunque todavía tiene con ella a la mayor, Renata (Carolina Rodriguez Carreras). Laura, en cambio, es médica obstetra y vive en la ciudad con su hijo adolescente, Juan (Tahiel Arévalo). Cuando en un llamado Ana le cuenta a su amiga que el hombre que la violó hace tiempo vive en el mismo pueblo que ella, Laura no duda en ir a ese lugar, aunque no sepa bien qué es lo que va a hacer una vez allí.
La película narra el pasado de Laura y Ana en fugaces flashbacks, breves pero a través de los cuales se comprende todo lo que pasó. La violencia y los silencios a los que fueron forzadas (“nadie me escuchó” dirá Laura), y las consecuencias en la vida de cada una, y de otras mujeres también víctimas.
Una peculiaridad es la falta de banda de sonido. No hay música durante el filme, sólo los abundantes y variados ruidos del lugar. El agua que corre, los insectos de noche, entre otros, conforman el marco sonoro de esta historia. No es un olvido, es una decisión estética arbitraria para ilustrar el interior de estas mujeres, despojadas de la música en su vida por la violencia vivida.
Con una fotografía impecable, y el agreste paisaje tucumano como fondo, el filme hace hincapié en los daños de lo que no se dice. Un guión escueto, en el que no sobran las palabras, es suficiente para que estas actrices transmitan el dolor y las frustraciones de sus vidas. En lo que falla es en el ritmo, demasiado pausado, a veces hasta entrecortado entre escena y escena, algo que le quita agilidad al relato.