El secreto de Kalinka

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Justicia, justicia perseguirás

Protagonizada por Daniel Auteuil, esta película cuenta la historia real de un padre que durante 27 años trató de llevar a juicio al asesino de su hija.

En 1982, la adolescente francesa Kalinka Bamberski apareció muerta en Alemania, en la casa donde pasaba las vacaciones junto a su hermano, su madre y su padrastro. Las autoridades alemanas trataron al caso como una muerte accidental. Pero André Bamberski, su padre, sospechó que había algo más y dedicó su vida a averiguar qué había ocurrido y a perseguir al supuesto asesino de su hija: el médico alemán Dieter Krombach, padrastro de Kalinka.

Por eso es que el título original de El secreto de Kalinka es En el nombre de mi hija: lo que se muestra es el via crucis de Bamberski a través de los años. Desde la década del ‘70 -cuando Krombach apareció en su vida, seduciendo a su esposa-, hasta los 2000, pasando por los ‘80 y ‘90, los años de mayor intensidad en su cruzada. El encargado de ponerle el cuerpo a este padre justiciero es el siempre cumplidor Daniel Auteuil, sostén fundamental de la película.

En estas historias basadas en hechos reales a menudo ocurre que, en el afán por mostrar con rigor los acontecimientos, se pierde la profundidad de los personajes. Vincent Garenq, director y coguionista, se las ingenia para que en este caso eso no ocurra y logra, además, narrar los sucesos con gran suspenso. Pero se nota que sólo cuenta la versión de Bamberski: quizá un contrapeso habría enriquecido al relato con algún claroscuro, de modo de no presentar a este tenaz contador como un héroe inmaculado.