El romance del siglo

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

La Madonna que cree en el príncipe azul

Muchacha: si tu matrimonio es un desastre, y tu vida parece un camino sin salida, no desesperes. El final ideal tal vez se encuentre hurgando entre los objetos de alguna mujer que sí haya sido feliz en la vida.
En su segundo trabajo como directora, la cantante Madonna elige recordar la célebre historia del “romance del siglo (XX)”: aquel protagonizado por el rey Eduardo de Inglaterra y su amada, una mujer plebeya, divorciada y norteamericana, Wallis Simpson (de allí la sigla de la que surge el título original de esta película: W.E.), escándalo que lo hizo abdicar al trono.
El problema es el enfoque con el que narra la historia: Wally (Abbie Cornish, una actriz con un inquietante parecido físico a Charlize Theron) es una joven desdichada por su fracasado matrimonio. Su esposo es un renombrado psiquiatra infantil, que dedica más tiempo a sus pacientes, y otras actividades, que a su esposa. Para paliar su aburrimiento, ella se verá atraída por una muestra de objetos pertenecientes a los célebres amantes, y a través de ellos, con un talento equiparable al de la mejor médium, se contactará con la mismísima Wallis Simpson (en una respetable composición a cargo de Andrea Riseborough).
La película consiste entonces, en una suerte de paralelo entre las vidas de ambas Wallis. Sin embargo hay una distancia enorme entre ambos personajes, que el mero hecho de que se llamen igual no puede salvar. Mientras que la Wallis real era una mujer de fuerte personalidad, independiente, sin temor a las apariencias, la Wally inventada es poco más que una ameba, insegura, indecisa, a quien hay que decirle qué hacer, y que depende de que su príncipe personal la rescate porque no sabe salir sola de la situación en que se encuentra.
Con escenas que bordean el ridículo, como los momentos de conexión “paranormal”, personajes flojos, y el fallido intento de contar la historia “desde el punto de vista de ella (Wallis)”, el filme sólo es rescatable por la producción y la impecable reconstrucción de época.
En una película demasiado larga para lo que ofrece, Madonna no logra aportar nada nuevo a la leyenda del rey que dejó su corona por amor, y en cambio ofrece una historia paralela previsible, edulcorada, y casi hasta infantil por su proximidad a los cuentos de hadas.