El precio del mañana

Crítica de Martín Tricárico - A Sala Llena

Hay directores que hacen películas para poder decir que son directores; y hay directores que son directores porque es la única forma posible que tienen de realizar una película, si el oficio para realizar una película se llamara carpintería serían carpinteros. Esto es muy simple, al menos a simple vista: en el primer caso, importa, básicamente, ponerse la gorrita que dice “director”. En el segundo caso, el fin último, el más importante, es la obra en sí misma: la película. El resto es solo un medio que no importa demasiado. Pero es fácil enamorarse y dejarse llevar por los rótulos, y, creo yo, más aún en el caso del cine, donde tanto brillo puede cegar la visión...