El precio de un hombre

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

Mi reflexión es que los departamentos de Recursos Humanos son los menos humanos de todos los departamentos de un negocio y este filme de Stéphan Brizé lo reafirma. Thierry es un hombre en sus 50s, se quedó sin trabajo, está casado y tiene un hijo con dificultades motrices. Lo vemos luchando por hacer algo de su vida mientras en las oficinas de empleo y los sindicatos le ofrecen cursos que sólo abultan su currículum y no le aumentan las chances de obtener un empleo. CV más extensos no son sinónimo de experiencia.
A medida que pasan los minutos vemos cómo la vida y "la ley del mercado" (tal su título original) le van marcando a Thierry cómo comportarse para obtener un empleo y ordenar sus finanzas para que su muchacho pueda entrar a la universidad, su esposa sea feliz tomando con él clases de baile y poder cambiar el auto, nada del otro mundo.
Todo esto exige del personaje un modus operandi que va mimetizándolo con la realidad para conseguir un puesto de lo que sea y ganarse la vida dignamente.
El director parece haber tomado mucho de Laurent Cantent en "Recursos Humanos" y "El Empleo del Tiempo", también podríamos decir que "El Precio de Un Hombre" nos remite al primer Trapero de "Mundo Grúa" en blanco y negro. Lo cierto es que cosechó 2 importantes premios en Cannes 2015: el galardón del público y una mención especial del Jurado Ecuménico que hace hincapié en esta encrucijada del sistema del que muchas veces somos cómplices y dejamos de actuar con dignidad ante la lógica del mercado.
Filmada en tono independiente, con el foco permanente sobre el actor Vicent Lindon, que también fue premiado como mejor actor en Cannes por esta película, seguiremos a su Thierry atravesando un calvario en donde la negociación se transforma en imposición y la incógnita será hasta dónde estará dispuesto este hombre a sacrificarse si es que vale la pena hacerlo.
Una obra que merece ser vista con una lupa sobre lo social y las consecuencias de un manejo deshumanizado donde el "no robarás" y la corrupción en pequeño son una interpelación al público a ponerse en los zapatos de Thierry o de cualquier otro que tenga su trabajo. Una propuesta para pensar. Buen cine con mucho contenido.