El precio de un hombre

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

En El Precio de un hombre, Vincent Lindon vuelve a protagonizar una película de Stéphane Brizé (Algunas horas en primavera).
Thierry (Lindon) tiene ya 50 años y hace largos meses que está sin trabajo. En su casa, tiene que mantener una familia compuesta por su mujer y un hijo con una discapacidad mental. Entre ideas de préstamos, hipotecas y venta de cierta casa de veraneo a la cual se sienten apegados, busca trabajo a través de cursos que no lo llevan a ningún lado, y fallidas entrevistas de trabajo, en persona o a través de Skype.

Cuando por fin encuentra un trabajo con el que se lleva bien, empiezan a salir a flote otras cuestiones, otros dilemas.
Brizé entrega así un drama con fuerte contenido social, al que cierta lentitud en su relato no hace más que acrecentar la sensación de incomodidad que logra provocar. Se toma su tiempo para contar lo que plantea, por momentos es casi un cine de observación, y esto ayuda a magnificar la sensación de aislamiento que muchas veces siente su protagonista, un Vincent Lindon siempre notable (que ganó como Mejor Actor en el último Festival de Cannes). Lindon carga toda la película, se entrega por completo a su personaje, y sale más que airoso.

Más allá de la falta de ritmo del film y el abuso que a veces hace con su personaje que no parece tener algo a su favor, el film es crítico pero a la vez no puede evitar caer en una resolución efectista.