El Potro

Crítica de Laureano Manson - MDZ Online

Tras el éxito de público y crítica de Gilda: no me arrepiento de este amor, la directora y coguionista Lorena Muñoz encara con solvencia la vida de otro ícono de la música popular con El Potro: lo mejor del amor. La abanderada de la cumbia y el ídolo cuartetero tuvieron finales trágicos en común, con accidentes en el asfalto que apagaron sus vidas prematuramente y los inmortalizaron en el imaginario nacional.

Es cierto que a Muñoz esta vez le juegan un poco en contra en contra los superlativos logros de la biopic de la cantautora que hipnotizó a una generación con su irresistible encanto melódico. También es verdad que el carisma de Natalia Oreiro acompañaba los aciertos formales del film sobre Gilda, y que la estrella uruguaya tiene el magnetismo suficiente para cargarse toda película al hombro. De hecho, este año volvió a demostrarlo con la comedia Re Loca, uno de los títulos más convocantes del cine argentino cosecha 2018. En esta nueva apuesta, el debutante Rodrigo Romero sale airoso del difícil desafío de encarnar a un astro masivo como El Potro. Más allá de su apabullante parecido físico, es destacable el trabajo de entrenamiento actoral y musical que recibió el joven que hace su primera experiencia frente a cámara. Bajo la atenta dirección de Lorena Muñoz, la dupla creativa logró imprimirle al personaje un halo de vulnerabilidad que nunca estuvo a la vista del público.

La realizadora volvió a trabajar junto a Tamara Viñes, en la escritura de un guión que cuenta con menos matices que el de Gilda, tal vez porque la vida de Rodrigo Bueno fue más lineal en su recorrido de la fama a la debacle. Las autoras son conscientes de que mientras la intérprete de Fuiste se convirtió en una figura mística tras su muerte, el atronador cantante de éxitos como Soy cordobés, es recordado con devoción por su eufórica impronta, pero también por una vida signada por el vértigo y los excesos.Como en todo film biográfico sobre un ídolo, somos testigos de luces y sombras, tanto arriba como debajo del escenario. En este relato, más allá de la influencia del padre de Rodrigo (Daniel Aráoz), un hombre que también pertenecía el negocio de la música, y el manager (notable Fernán Mirás); el derrotero de la carrera de El Potro está escudado por la presencia de su sobreprotectora madre (Florencia Peña), y la pareja que concibió al hijo del cantante (Malena Sánchez). Con buen pulso, Lorena Muñoz logra esquivar el trazo caricaturesco de piezas clave en esta historia como la estridente Beatriz Olave. Por momentos, se resiente un poco la acción porque los personajes tienen roles muy determinados y estancos, limitándose así el arco de profundidad de varios de los conflictos trazados en la pantalla.

De todas formas, es evidente que las guionistas no quisieron sucumbir a la tentación de una explicación psicologista sobre el carácter machista y posesivo del cordobés más popular de los '90. Concretamente, se limitan a esbozarlo como una suerte de reflejo de la familia y el contexto en que creció.

El contraste de la puesta entre los pasajes intimistas y los histriónicos shows del astro que logró agotar localidades 13 noches en el Luna Park, se despliega con total solvencia visual, con la directora volviendo a vislumbrar como faro inspiracional al cine de Leonardo Favio. De hecho, en una de escena de este film podemos ver a Rodrigo con ruleros, imagen que nos remite directamente a Soñar, soñar, hito de culto del legendario realizador mendocino, donde otro ícono trágico como Carlos Monzón también aparecía insólitamente en ruleros.

Si bien es es cierto que El Potro: lo mejor del amor no ejercita una mirada del todo complaciente hacia la estrella que retrata, también hay que señalar que Lorena Muñoz elige focalizar de manera más explícita los festines sexuales del cantante, mientras su relación con el alcohol y la cocaína quedan más bien fuera de campo. Las potentes escenas de sexo son absolutamente pertinentes porque Rodrigo fue un huracán de testosterona. En contrapunto, y tal vez para blindar al protagonista, el tema drogas queda reducido a unos papelitos con merca que le suministra un allegado en modo siniestro full time (Diego Cremonesi). De esta manera, el film expone a un Rodrigo abiertamente mujeriego por decisión propia, pero ocasionalmente adicto tras cada aparición del tóxico amigo que oficia de dealer.

Si bien Muñoz no pretende levantar el dedo de la sentencia moral, su película muestra detalladamente el padecimiento de la pareja del artista cuando lo ve con otra mujer (Jimena Barón), o en medio de una orgía en un hotel. En cambio, evade la misma elocuencia al no registrar ni un solo plano del ídolo consumiendo sustancia alguna. No se trata de un reclamo de tono sensacionalista, sino coherente con el fatal desenlace de un astro que estuvo al volante de una camioneta a toda velocidad, con su mujer e hijo a bordo del vehículo, en aquella trágica madrugada de junio del 2000.

Más allá de las escenas en que el gran showman desafía varios límites, esta biopic encuentra sus destellos más emotivos después de cada brote de furia. El lírico pasaje de angustia y resaca emocional tras la muerte del padre de Rodrigo, o el sentido abrazo que el protagonista se da con su manager a minutos de destrozar una habitación, están entre los instantes más significativos de una película que no decepciona, pero que pudo encontrar mayor vuelo si la directora hubiera elegido el camino de una apropiación personal sobre el mito del cuartetero, en lugar de optar por el quirúrgico registro de los hitos más conocidos de su vida; desde los comienzos en la música melódica hasta el rotundo éxito como estandarte del cuarteto.

El Potro: lo mejor del amor, seguramente ingresará en el podio de la media docena de producciones nacionales que en lo que va de la temporada han superado los 500.000 espectadores. Este 2018, será recordado como el año de la gran revancha del cine industrial argentino, con un seleccionado de títulos tan eficaces en la taquilla como notables en términos cinematográficos. Desde El Ángel a Acusada, pasando por este flamante estreno, hablamos de películas comerciales que a su vez tienen refinados toques autorales de cada uno de sus creadores. El mainstream argentino atraviesa su mejor momento en décadas, y se consolida con propuestas más atractivas que el promedio de tanques despachados abúlicamente desde Hollywood y Europa.

El Potro: lo mejor del amor / Argentina / 2018 / 122 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Lorena Muñoz / Con: Rodrigo Romero, Florencia Peña, Fernán Mirás, Daniel Aráoz, Malena Sánchez y Jimena Barón.