El porvenir

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El hada ignorante

Otro opus de actuación por parte de Isabelle Huppert, pero de la mano de Mia Hansen-Løve, guionista y directora del filme, el quinto en su haber, estableciendo una realidad de lo que se figuraba como promesa. Nadie va a ponerse a descubrir a la actriz de filmes como la reciente “Elle, abuso y seducción” (2016) o “La profesora de piano” (2001).
La película arranca con una frase, “¿Podemos ponernos en el lugar del otro?” La misma está escrita en el ensayo de uno de sus alumnos, Nathalie Chazeaux está corrigiendo. Profesora de filosofía como profesión, escritora, se dirige junto a su familia al lugar de vacaciones de siempre. Esto termina siendo algo así como el prefacio del relato.
Elipsis temporal necesaria, nos encontramos con Nathalie en una vida sin sobresaltos personales, hasta que su marido le asesta un certero golpe a su realidad: hay otra y se va a vivir con ella.
A partir de ese momento comienza su viaje introspectivo, el que va de la soledad a la que se enfrenta hacia la libertad nunca vivida.
Siendo este el primero de varios cambios que se irán produciendo casi simultáneamente, el síndrome del nido vacío por el crecimiento de sus hijos, el deterioro de una madre octogenaria, el tener que enfrentarse a sus nuevos y muy jóvenes correctores de textos, más cerca del marketing que de la literatura. La relación con sus alumnos, y en particular con un exalumno al que ella ayuda a publicar sus textos.
De manera sutil a partir de los diálogos, imágenes de exteriores bellos cuando son requeridas por el relato, o reflexivas desde la contemplación, todo apunta a hacernos sentir el recorrido de esta mujer que no se desbarranca ante los hechos que le suceden, los enfrenta.
De estructura narrativa clásica, progresiva y lineal, sin cortes temporales demasiado abruptos, todos los personajes secundarios muy bien delineados, sólo establecer lo necesario para demostrar que el “porvenir” no viene, hay que ir a buscarlo. Que la felicidad se construye y se destruye cotidianamente, a cada paso.
Podría citar, como síntesis, al gran poeta cubano Silvio Rodríguez cuando dice: “Si fuera diez años más joven que feliz”....
(*) Una obra de Ferzan Özpetek, de 2003