El pasajero

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Testigo en peligro

Tras el breve intermezzo de terror que supuso su opus anterior, Miedo Profundo (The Shallows, 2016), el realizador catalán Jaume Collet-Serra regresa a su fórmula de acción y suspenso protagonizada por el veterano actor de origen irlandés Liam Neeson (Michael Collins, 1996) siguiendo los parámetros formales de los tres films anteriores Desconocido (Unknown, 2011) Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014) y Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015).

Con un guión de Ryan Engle basado en la historia de Byron Willinger y Philip de Blasi, quienes también participaron del armado narrativo, Collet-Serra crea un relato atrapante y arrollador que mantiene en vilo al espectador. Michael MacCauley (Liam Neeson) es en esta oportunidad un ex policía que dejó la fuerza para estar más cerca de su esposa e hijo, eligiendo la venta de seguros como profesión tardía. Por una típica decisión arbitraria de la corporación para la que trabaja es despedido cinco años antes de su jubilación. Acosado por enormes deudas hipotecarias y sintiendo vergüenza de contarle a su esposa la mala noticia Michael se reúne con su mejor amigo Alex Murphy (Patrick Wilson), su ex compañero en la policía de Nueva York, a tomar cerveza en lugar de volver con su familia. Para regresar a su casa toma el mismo tren todos los días pero ese día es abordado por una mujer, Joanna (Vera Farmiga), quien a través de una pregunta hipotética lo introduce en la búsqueda de una persona desconocida a cambio de cien mil dólares. Poco a poco Michael se verá cada vez más atrapado en una telaraña imprevista y descubrirá que la búsqueda que ha emprendido como una curiosidad está ligada al asesinato de un urbanista y a un plan para ejecutar en el tren al único testigo antes de que pueda testificar y entregar las pruebas de corrupción que comprometen a un entramado de políticos, empresarios y policías

Sin tiempos muertos, El Pasajero (The Commuter, 2018) va llevando al espectador a través de la angustia del protagonista, que pasa de preocupase por su presente y futuro laboral y económico, al igual que toda la clase media, a lidiar con una situación apremiante que no permite dudas ni equivocaciones. El relato crea personajes regulares y diálogos corrientes para contrastar la normalidad de un día usual con los eventos extraordinarios de un viaje de retorno al hogar después de un estresante y agobiante día laboral en el verano en Nueva York. La fotografía de Paul Cameron (Deja Vu, 2006) es funcional a la vertiginosa narración y edición de film y a la música claustrofóbica de Roque Baños (Celda 211, 2009) que busca imponer el ritmo de encierro y peligro que acecha en el accidentado viaje. Las citas literarias le dan profundidad a un relato ya de por sí atractivo y estimulante que construye su narración aceleradamente pero sin baches ni errores.

Con extraordinarias escenas de acción, un gran suspenso y excelentes actuaciones de un elenco que busca construir las personalidades eclécticas que viajan sin conocerse en los trenes todos los días, El Pasajero se erige como un film vertiginoso y sincero, que no da tregua en el dilema de un protagonista que homenajea a la clase trabajadora neoyorkina. Collet-Serra vuelve a demostrar así que su sociedad con Neeson no solo da resultados sino que potencia a ambos con una fórmula de género que funciona aceitada a la perfección.