Rolando Gallego (El Espectador Avezado):
Cuando un grupo de soldados de elite son enviados a buscar algo a un desolado páramo (algo que nunca se termina de aclarar) la amenaza sobre el equipo y sobre sus mentes se apodera rápidamente de ellos.
Porque justamente en “El páramo” (Colombia, 2010), filme que tardíamente arriba a los cines argentinos, la tensión que el director busca sobre aquello que inexplicablemente es lo que desean encontrar, y que nunca termina de aclararse, será el motor narrativo de una película que podría haber pensado de otra manera su trama y focalizarse más en encontrar una identidad propia.
El realizador y guionista Jaime Osorio Marquez aprovecha el fuera de campo como si fuera el verdadero tópico y objetivo en el que debe enfocar su relato, algo que con pocos diálogos, termina resintiendo al timing narrativo general del filme.
Si bien en otras producciones, la constante apelación al fuera de campo podría funcionar, en este caso termina agotando el recurso para generar cansancio en la repetición de la “nada” misma que se intenta no mostrar para que avance el relato.
A los tradicionales miedos y teorías conspirativas sobre la guerra y los cuerpos que se exponen ante la contienda, el director intenta dotar de un aura místico y tenebroso cuando el equipo encuentre a una misteriosa mujer que, en medio de la nada, sólo ofrecerá más temor a lo que vienen atravesando. Esa prueba determinará todo el relato posterior de un filme que a pesar de sus buenas intenciones no puede recuperar su camino.
Como una versión de guerra de la clásica historia de los “Diez Negritos” o “Diez indiecitos” de Agatha Christie, Osorio Marquez imaginó que lo más fuerte que les tocaría pasar al grupo sería poder ir atravesando las duras pruebas que el deambular en el medio de la nada los terminaría enfrentando.
Porque si bien cada uno de los miembros posee una meta, individual y en conjunto, ante los fantasmas que comienzan a aparecer nada pueden hacer, razón por la cual cada paso que den puede transformarse en quizás el último que den.
Una cuidada producción, en la que se destaca la banda sonora incidental, y, principalmente el trabajo sobre la caracterización de los actores, uno de los puntos débiles es justamente la interpretación de estos.
“El páramo” bucea en las miserias humanas y en la puesta a prueba constante ante situaciones límites, inesperadas, en donde la supervivencia no tiene siempre que ver con el más fuerte, sino el que se escapa más rápido.
Hay una intención de poder construir un cine de género diferente, pero Osorio Marquez se termina quedando más en una propuesta que en una verdadera renovación. Una lástima que siendo que tenemos pocas oportunidades de ver cine colombiano, termine llegando una producción que intenta emular producciones hollywoodenses sin buscar una verdadera identidad que la destaque.
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